Tres toreros, tres estilos y tres formas de conseguir una Puerta Grande

Cinco minutos pasaban de las ocho de la tarde cuando arrancaba el paseíllo en La Merced, cuyo reloj siempre va atrasado para ofrecer esos minutos de rigor para que el público se acomode en sus escaños. Y las palmas por Huelva ya que este sábado se convertía en matador un nuevo torero que da esta tierra al escalafón superior. Alejandro Conquero, que apareció con un precioso terno verde esperanza y oro para la ocasión.

Puro almíbar. Así fue el toro de la ceremonia. Se gustó en el toreo a la verónica el onubense y después en un posterior quite por tafalleras. Pero tanto almíbar acaba empalagando y el animal comenzó a afligirse tras su paso por el caballo. Y eso que fue un trámite. En banderillas no ayudó una lidia demasiado dilatada y tras un capotazo, el de Algarra perdió la vertical y fue complicado incorporarlo. Tras la cesión de trastos por parte de Manzanares, la animosa labor de Conquero quedó matizada por el nulo empuje de su oponente. Una estocada arriba cobrada al segundo intento tumbó al toro. La ovación con sabor local recompensó al conjunto.

Los mejores lances de capote de la tarde llegaron ya con la noche ya echada. Fue al sexto donde Conquero meció con mando y expresión el percal en el toreo a la verónica. El toro fue el más encastado y exigente del sexteto. Se le vieron las lógicas costuras de la falta de rodaje y recursos al torero choquero. Lo suplió con entrega en una faena larga y con ciertos altibajos. Pero una estocada efectiva le puso en bandeja las dos orejas y la consiguiente Puertra Grande en tarde tan especial para él.

José María Manzanares tuvo como primer oponente un astado que sacó nobleza y clase por el pitón derecho. Lo vio pronto el alicantino, que se explayó en varias tandas bien trazadas por su limpieza y ligazón. Otro cantar fue la embestida del toro por el lado izquierdo, por donde no se dio con la misma boyantía. Así que Manzanares abundó en el tramo final por el lado diestro. Compás, mucho compás tuvieron las tandas por este pitón. Y con la espada, el habitual cañón pese a que el toro se arrancó antes de la cuenta. La oreja fue premio cabal a lo realizado.

Menos prestación tuvo el que hizo cuarto, un toro de liviano trapío que resultó soso y descastado. A izquierdas el toro tenía mejor son, pero Manzanares insistió por el derecho hasta sacarle una tanda de mérito. Lo llevó muy cosido al engaño. Y para amarrar una nueva oreja y la puerta grande, otra estocada de libro.

Poca vida tuvo un el primer toro de Roca Rey, y eso que su paso por el caballo fue solo testimonial. Sangraba más el toro por la divisa que por él puyazo. El de Algarra iba y venía sin celo ni emoción en sus viajes, por lo que el peruano tuvo que tirar de sitio y bragueta para llegar mucho al toro y tirar de él. Lo mejor llegó al final, con una tanda cobrada al ralentí en redondo y un parón que Andrés resolvió con un pase cambiado por la espalda que hizo explotar a los tendidos. La estocada fue letal y ayudó a la concesión del doble trofeo.

Para completar un lote pésimo, Roca lidió en quinto lugar un toro muy frenado y apagado desde los primeros tercios. Así que el peruano volvió a tirar de valor y efectismos para llegar al tendido. Se pasó al toro muy cerca en una faena basada en la quietud y en saber esperar mucho al de Algarra para después llevarlo más largo de lo que el astado arquería. No faltaron los cambiados por la espalda y un par de parones en los que los pitones quedaron a escasos milímetros de la taleguilla. Lo cazó al segundo envite y sumó un nuevo apéndice.

Huelva, sábado 30 de julio de 2022. 2ª de Feria. Casi tres cuartos de plaza.

Toros de Luis Algarra, desiguales de presentación y hechuras. Conjunto bajo de raza y manejables en líneas generales.

José María Manzanares, oreja y oreja.

Andrés Roca Rey, dos orejas y oreja.

Alejandro Conquero, que tomaba la alternativa, saludos y dos orejas.