MADRID

Tres toros de triunfo, no aprovechados, entre otra decepción torista en Las Ventas

Hasta tres toros de los lidiados este domingo en Madrid ofrecieron unas claras opciones de triunfo que no fueron aprovechadas.

Gómez del Pilar ante el toro de Pedraza de Yeltes que se llevó el Concurso de Ganaderías

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Con toros muy terciados o de muy escaso cuajo, por mucho que se "taparan" con cuernas aparatosas o capas espectaculares, este concurso de bravura debió resultar frustrante para ese sector del público madrileño que, aunque los aplaudió de salida, solo encontró motivos para seguir haciéndolo en el tercio de varas protagonizado por el último, el único que acudió y empujó con verdadera bravura.

Pero, más allá de ese criterio, desvirtuado entre una extendida confusión de conceptos, el saldo ganadero embarcado para tal competición incluyó la lidia de tres ejemplares que merecieron mucho más de lo que les sacaron dos de los matadores de la terna, y especialmente el lote de Gómez del Pilar.

Ya su primero, un toro alto y abierto de pitones de Victoriano del Río, que comenzó embistiendo sin ritmo, tuvo una más que manejable movilidad a medida que se fue atemperando, sobre todo por el pitón izquierdo, por donde fue a más y a mejor, solo que el diestro toledano nunca acabó de asentarse ni confiarse con él en una faena con más desajustes que aciertos.

Y, en esa afortunada lotería, aún le tocó enfrentarse al astado más completo de la corrida, un voluminoso y basto ejemplar de Pedraza de Yeltes que, aun así, fue el único que sacó bravura en el decisivo segundo tercio y que todavía la mantuvo ante la muleta de un Gómez del Pilar, poco convencido y que se vio a veces incluso desbordado por sus repetidos y entregados ataques.

El otro toro con muchas más opciones de lucimiento de la concurso fue el de la divisa de José Escolar, jugado en el turno anterior, que, además de lucir las más finas hechuras, tomó los engaños con temple y un punto de clase sin que Rubén Pinar llegara a traerse enganchadas esas buenas arrancadas, tal y como exigía el animal.

Antes, el albaceteño tuvo que abreviar con un astado de Samuel Flores muy aparatoso de pitones, pero flacón y con hechuras de vaca vieja, que no dejó de defender a cabezazos esa falta total de raza que fue también la tónica de los otros dos astados restantes, ambos dentro del lote de Serafín Marín.

Al menos, el primero, un terciado cárdeno de Partido de Resina, de muy escasas fuerzas, sacó una apacible nobleza sobre la que el diestro catalán basó los cuatro o cinco mejores muletazos de la tarde, todos al natural, recreados y rebozados, pero a expensas de la escasa emoción que añadía el enemigo.

El otro, una auténtica "raspa" con pitones de Peñajara, pero ovacionado por su vistoso pelo ensabanado, se afligió, absolutamente vacío de raza, a las primeras de cambio, defraudando así las ilusionadas expectativas del "torismo" militante.

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