LOGROÑO

Una oreja por torero en una mansada de Zalduendo en La Ribera

Anodino festejo en el coso logroñés condicionado por la mansa y deslucida condición de los toros de Zalduendo.

Leo Valadez ante el toro de Zalduendo al que ha cortado una oreja en Logroño

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Ferrera se estrelló ya de bruces en su primer turno con un toro totalmente descastado y con el que fue imposible sacar nada lucido. Un animal que ya de salida salió suelto en varas, sin emplearse, sin humillar, huyendo ante cualquier afrenta y, por si fuera poco semejante mansedumbre, también anduvo en el límite de las fuerzas.

El extremeño lo persiguió por toda la plaza y hasta logró alguna cosita suelta por el derecho aprovechando la huida del de Zalduendo, que fue pitado en el arrastre, mientras Ferrera, que sufrió un topetazo en el muslo al entrar a matar, era silenciado antes de pasar por su propio pie a la enfermería.

El cuarto fue un toro más noble y con un punto más de chispa que sus hermanos, aunque había que llevarlo siempre muy cosido a la muleta, pues a la mínima miraba tablas y trataba de huir también.

Ferrera, que dejó pasajes vistosos con el capote a la espalda, se le vio más a gusto con este animal, al que llevó despacito a media altura y gustándose en los embroques. Faena interesante, de oficio y confianza que, tras una certera estocada, le sirvió para tocar pelo.

Ureña arrancó la primera oreja de la tarde al flojo y deslucido segundo, un toro protestado de salida y que se defendió con mal estilo en el último tercio pegando tornillazos.

El murciano, que brindó al matador riojano Pedro Carra, que en su día fue su apoderado, llevó a cabo una faena de mucho esfuerzo y tesón, y sincera también por la apuesta que hizo ante un animal sin entrega alguna, y al que robó naturales de uno en uno ya en el epílogo donde no le quedó otra que meterse entre los pitones. Eficaz con el acero, para él fue un meritorio trofeo.

No pudo redondear el triunfo Ureña con el que hizo quinto, un toro totalmente vacío, manso y rajado, con el que volvió a estar voluntarioso para tratar de justificarse a lo largo de una faena con poca historia por lo poco -o nada- que aportó semejante mulo.

El primero de Leo Valadez fue un "zalduendo" noblote pero en el límite de todo, que, además, quedó más mermado si cabe tras un volatín en el tercio de varas. El mexicano, muy animoso, anduvo vistoso con el capote, efectivo y variado también con los palos, y muy dispuesto en el último tercio.

De rodillas arrancó la faena para, acto y seguido, alternar las dos manos, mejor cuando ensayó el toreo al natural, pues por el derecho anduvo más despegadito el torero, que conectó con la gente por su entrega absoluta y, sobre todo, con el gran espadazo con el que finiquitó su labor. Cortó una oreja y hasta le llegaron a pedir la segunda.

El sexto fue devuelvo por su extrema blandura. Saltó el primer sobrero, del mismo hierro, que se lesionó al entrar al caballo. Tras unos momentos de incertidumbre el palco asomó el pañuelo verde para que saliera al ruedo el segundo sobrero, éste de Esteban Isidro, un toro que no desentonó con el transcurso de la corrida por su falta de clase, recorrido y entrega.

Valadez volvió a poner toda la carne en el asador en una faena algo alborotada y de escaso contenido en lo artístico.

Logroño, martes 20 de septiembre de 2022. 3ª de Feria. Menos de un cuarto de plaza.

Cinco toros de

, bien aunque desigualmente presentados, mansos, sin raza alguna, blandos también en general, y aquerenciados la gran mayoría. El sexto fue un sobrero tris de

, que sustituyó al titular y al primer sobrero, ambos de Zalduendo, sin clase y la defensiva.

Antonio Ferrera, silencio y oreja.

Paco Ureña, oreja y silencio.

Leo Valadez, oreja con petición de la segunda y silencio.

Herrera en COPE

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