Audiocrónica: ¿Sabes cómo preparar una taza de té? ¿Cometes estos errores?

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Raquel Pérez Polo

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Es imposible saber cuántas tazas de té se preparan al día en el mundo. ¿Miles, millones? Lo más probable es que el número se pueda cuantificar más con lo segundo.

El té llegó a Europa en el siglo XVII procedente de Asia. Debemos a Japón la popularización de la ceremonia en torno a esta infusión, pero fueron los chinos, como en tantas otras cosas, los que hace más de dos mil años comenzaron a prensar las hojas del árbol del té y a sacar su sabor echando agua hirviendo sobre ellas.

Hay tradiciones relacionadas con esta bebida que son incuestionables como que los ingleses toman una taza con galletas de mantequilla a las cinco de la tarde -bueno en realidad es a las cuatro de la tarde porque la cinco sería en nuestro huso horario-. Una costumbre que se puso de moda con la reina Victoria -allá por los años 30 del siglo XIX- cuando una de sus damas de compañía, la séptima duquesa de Bedford, Anna Maria Russell al sentir un hambre irrefrenable una tarde, pidió a sus cocineros que le prepararan un tentempié que le sirviera para aguantar hasta la hora de la cena. Esa merienda consistió en una taza de té y una rebanada de pan con mantequilla. Tanto le gustó que repitió al día siguiente y al siguiente e incluso comenzó a invitar a sus amigas para que la acompañaran en lo que llamó "tea parties". El eco de estas meriendas, que siempre se celebraban en torno a las 17.00 horas (las 16.00 horas en el Reino Unido), llegó hasta Buckingham Palace. ¿Quién se podía resistir a la idea de una merienda con té y amigos? De esa forma la reina Victoria instauró dicha práctica en palacio.

Pero ¿sabemos preparar una taza de té?

Como en todo hay decálogos, reglas, normas de obligado cumplimiento. Hay quien insiste en que se deben respetar estos cinco pasos porque si no, no tendrás una buena taza. Primero hervir el agua para a continuación verterla sobre la taza o la tetera donde previamente habremos colocado el té (bien en bolsita o mejor en hebras). El tercer paso es respetar el tempo de cada clase de té: si es blanco no superar los 2-3 minutos; necesitaremos entre 5 y 7 minutos para el té negro. Pasados estos minutos se retira el té de la taza o de la tetera. Será el momento para añadir la leche que siempre casa mejor con el negro que con el resto. Según otras versiones, la leche, siempre templada, deberá estar en la taza antes de verter el té.

Sobre la idoneidad de echar leche en el té, al igual que limón, hay muchos detractores. Incluso lo califican de sacrilegio y algún que otro estudio afirma que incluso la leche puede anular las propiedades protectoras del té para algunos problemas de salud como los cardiovasculares.

Lo que sí debemos tener en cuenta son estos cinco errores que podemos evitar:

No elegir bien el agua: el agua y la temperatura de esta son determinantes para conseguir un té delicioso y perfecto. El agua es en el 95 por ciento del té, de ahí la importancia de su calidad, que no sea dura, que no contenga cloro, que sea lo más pura posible. La temperatura es básica, no debemos hervir el agua y si, por descuido, ha llegado al punto de ebullición debemos esperar a que se enfríe un poco o enfriarla con un poquito de agua fría antes de mezclarla con el té. También es importante la variedad de té que vamos a tomar porque cada tipo requiere unos grados diferentes.

Elegir la tetera o el infusionador inadecuados: Los expertos recomiendan que la tetera sea de cerámica esmaltada, porque son las que mejor respetan la calidad del té. Las de barro pueden alterar un poquito el sabor, y descartan las de vidrio o porcelana. En cuanto a los infusionadores, mejor que sea grande y nunca meter a presión las hojas o hebras del té porque las oprimirá y no podrán esparcir sus propiedades y aroma.

No precalentar la taza en la que lo vamos a tomar: Es necesario precalentar la tetera o la taza en la que vamos a infusionar agua y té. Con ese precalentamiento evitamos que disminuya la temperatura de agua cuando la echamos en el té, lo que nos permitirá conseguir un mejor sabor sin olvidar el aroma. En la cultura del té el olor como el gusto son elementales.

No calcular la cantidad de té y agua: Es cierto que no hay una fórmula matemática que nos sirva para preparar todas las tazas de té porque cada variedad, la manera en la que fue cultivado y recolectado van a influir en el sabor de la taza. Lo mejor es pedir consejo en la tetería, pero podemos, de entrada, echar mano de este cálculo: 300 mililitros de agua sobre 4 o 5 gramos de té nos darán para dos tazas.

Calentar de nuevo la infusión si nos ha sobrado: Esto no se debe hacer nunca porque perderá todo su sabor. En cuanto a conservar las hojas o las bolsitas, siempre en un sitio seco y alejado del calor.

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