La evolución de la mujer que hizo que el parto sea más doloroso: lo que creció y lo que mermó en el cuerpo

Es uno de los momentos que más recordamos, pero también el que pone al ser humano más al límite durante el procedimiento

Una embarazada

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Muchos padres deciden que la mejor forma de que venga su futuro hijo al mundo es hacerlo mediante un parto natural. Este consiste en dar a luz sin usar ningún tipo de medicación, sino solo técnicas como la relajación y la respiración controlada para lograr gestionar el dolor. No es que sea de valientes, sino que creen que el alumbramiento es un proceso natural y que esta experiencia, a pesar de ser dolorosa, las empodera y les resulta gratificante. Pero, ¿a qué se debe entonces que nuestros parientes más cercanos entre los primates, los chimpancés, den a luz a solas y mucho más fácilmente?

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Los primates no humanos tienen un parto simple y rápido. Los esfuerzos expulsivos en los chimpancés apenas duran unos segundos. Y como el feto sigue una trayectoria recta, las hembras no necesitan la ayuda de un tercero. Por otra parte, tenemos el parto de los seres humanos, complejo y a veces difícil, que se puede demorar hasta 30 minutos o más. El feto sigue una complicada trayectoria curva que requiere la asistencia de un cuidador. Ante esta manifiesta desigualdad caben dos posibilidades: o el umbral del dolor de nuestra especie es muy bajo o nuestro parto es muy complicado.

Las caderas de las mujeres son más anchas y más profundas que las de los varones. Los fémures están más separados para permitir el parto y el hueso ilíaco y su musculatura mantienen abiertas las nalgas para que la contracción de los glúteos no interfiera durante el alumbramiento. A pesar de ello, el parto en los seres humanos es extraordinariamente complicado. Durante el parto, el feto tiene que atravesar la parte inferior de la pelvis por un conducto de paredes óseas. Los neonatos humanos son aproximadamente del mismo tamaño que el canal del parto, lo que dificulta su salida.

La razón por la que los partos humanos son más dolorosos

El canal del parto en las hembras humanas tiene de media un diámetro máximo de trece centímetros y un diámetro mínimo de diez. Por allí debe pasar el bebé, cuya cabeza tiene un diámetro de diez centímetros y cuyos hombros están separados unos doce centímetros. Unos científicos en Sudáfrica buscaron una respuesta a ese enigma y reconstruyeron los partos de nuestros antepasados lejanos en el árbol evolutivo. Los homínidos que vivieron hace dos millones de años daban a luz en una forma "bastante fácil". ¿Qué cambió?

La causa estriba en una confrontación de intereses entre dos tendencias evolutivas. El paso de la cuadrupedia a la bipedestación supuso ventajas espectaculares. Lo mismo ocurrió con la progresiva encefalización de nuestro linaje evolutivo. Pero los cráneos cada vez más grandes, pasando a través de pelvis cada vez más estrechas, supuso el dilema obstétrico de Washburn. Los bebés humanos pasan por una circunstancia realmente conflictiva para nacer por este cambio, mientras los parientes simios tienen espacio suficiente para atravesar el canal del parto de forma holgada.

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