Mata más la dieta que el tabaco

Una de cada cinco muertes en el mundo se podrían haber evitado con una buena alimentación

Los malos hábitos alimenticios están asociados con una variedad de enfermedades crónicas

Laura Otón

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Un estudio de la prestigiosa revista The Lancet revela con datos científicos, lo que nos vienen advirtiendo los nutricionistas y expertos en alimentación: la dieta es responsable de más muertes que cualquier otro riesgo global, incluso del tabaco. En 2017 murieron once millones de personas por alta ingesta en sodio, bajo consumo de frutas, verduras y granos enteros. El estudio se ha realizado en 195 países y han participado una comisión de 37 expertos en salud, nutrición, sostenibilidad ambiental y gobernanza sociopolítica, procedentes de 16 países. En el informe se ha trabajado más de tres años.

Este panel de expertos analiza el problema de la alimentación desde diferentes disciplinas porque defienden que “es un problema global”. La clave del estudio es que referencian con datos e informes que “los malos hábitos alimenticios están asociados con una variedad de enfermedades crónicas y que potencialmente pueden ser un importante contribuyente a la mortalidad en todos los países del mundo”.

El estudio recoge que la dieta tiene que ser mejorada en todos los países: “Aunque el sodio, el azúcar y la grasa han sido el foco principal del debate sobre políticas de dieta en las últimas dos décadas, nuestra evaluación muestra que los principales factores de riesgo en la dieta para la mortalidad son las dietas altas en sodio, bajas en granos enteros, bajas en frutas, bajas en nueces y semillas, bajas en vegetales y bajas en ácidos grasos omega-3; cada uno representa más del 2% de las muertes mundiales”, explica el estudio en sus conclusiones.

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Destacan de esta mala alimentación un consumo en exceso de bebidas azucaradas, se consume carne procesada un 90% más por encima de lo recomendable; la carne roja se consume un 18% más de lo que sería saludable. Por regiones comen más carne en Australasia, el sur de América Latina y la región tropical de América Latina y más legumbres en las leguminosas en el Caribe, Asia meridional, África subsahariana occidental y África subsahariana oriental.

España es uno de los países en los que mejor nos alimentamos

Podemos pensar que en alguna parte del globo se come mejor que en otra, pero la realidad según este estudio es que ninguna región del planeta sigue las recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud propone para una alimentación saludable. En los dos extremos está Uzbekistán, último país de la lista con un número de muertes diez veces superior a los tres primeros. España con Israel y Francia son los países con menos muertes por la dieta, 89 fallecidos por cada 100.000 personas.

En España estamos haciendo las cosas bien poco a poco como recuerda Gregorio Varela, Presidente de la Federación Española de Nutrición: “las estrategias que se están haciendo en España  son valiosas y llevan un recorrido de años;   como la reformulación de alimentos con menor contenido en sodio. Fallamos en otras como en el consumo de productos integrales.  Hay que hacer mucho más desde el punto de vista legislativo y de educación” explica. En España se consumen entre doce y quince gramos de fibra integral, cuando lo necesario serían treinta y en cuanto a verduras y frutas no pasamos de las dos piezas de las cinco que recomienda la OMS.

Queda mucho por hacer “pero gracias a la política de acuerdo voluntario con la industria del pan que se ha ampliado a otros sectores, se está reformulando a otros sectores, nos hemos acostumbrado a no ver los saleros en los comedores colectivos”, todo esto ayuda. Y además los expertos aseguran que debe hacernos no ser tan catastrofistas puesto que España es el país con mayor esperanza de vida por delante de Japón.

Los nutricionistas españoles están preocupados por la población más joven puesto que se han dado cuenta que “están teniendo desajustes en la adherencia de la dieta mediterránea porque tienen desajustes en la socialización de las comidas. En los más jóvenes vemos un desarraigo en el legado patrimonial basado en la evidencia de la dieta mediterránea. Israel, por ejemplo, mantiene su legado, su estilo de vida, las verduras, el producto integral en sus mesas, eso que tanto repetimos pero que se va confirmando que es lo mejor”.

Además, el estudio revela que los riesgos dietéticos afectan a las personas independientemente de la edad, el sexo y el desarrollo sociodemográfico de su lugar de residencia. Pero no se quedan sólo en la responsabilidad personal de cambiar esa alimentación, sino que instan sobre la necesidad de crear “un sistema integral de intervenciones alimentarias para promover la producción, distribución y consumo de estos alimentos en todos los países”. Denuncian que muchas de estas políticas solo van dirigidas a los consumidores y no se tienen en cuenta los factores interconectados que intervienen en eses proceso desde la producción, procesamiento y distribución, pero a nivel mundial, regional y nacional para mejorar la dieta.

El estudio lanza la necesidad de reflexionar sobre “los cambios en las prácticas agrícolas, si no se hacen correctamente, podrían generar preocupación sobre los posibles efectos ambientales sobre el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra y el suelo y el agotamiento de las aguas dulces”, explican. Lo que tienen claro es que mejorar la dieta requiere la colaboración activa de una variedad de actores en todo el sistema alimentario, “junto con políticas dirigidas a múltiples sectores del sistema alimentario”. 

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