La mayor granja de insectos de Europa está en Salamanca y allí producen un gusano que está en tu día: "La proteína"
Son la base de la cadena trófica, una parte fundamental de la vida y cada vez se encuentran nuevas utilidades como las que explica Sabas de Diego
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Carlos Moreno 'El Pulpo' descubre las utilidades de los insectos con Sabas de Diego, cofundador de Tebrio, la empresa detrás de la granja de insectos de Salamanca
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Salamanca, España, se ha convertido en el epicentro europeo de una revolución alimentaria y medioambiental. En esta provincia, se encuentra la mayor granja de insectos de Europa, un proyecto pionero que no solo está poniendo a España en el mapa mundial de la sostenibilidad, sino que también está contribuyendo a una nueva forma de abordar la producción de proteínas. ¿La clave? Los insectos, en especial el gusano de la harina, una pequeña criatura que juega un papel cada vez más esencial en nuestra vida diaria, aunque muchos no se den cuenta.
Sabas de Diego, cofundador de Tebrio, la empresa que gestiona esta granja de insectos, nos desvela en una entrevista con Carlos Moreno ‘El Pulpo’ en Poniendo las Calles cómo este insólito negocio ha crecido hasta convertirse en un referente mundial. En el programa, Sabas explica de forma sencilla y clara por qué los insectos, aunque a menudo pasen desapercibidos en la vida cotidiana, están íntimamente relacionados con la cadena alimentaria que sustenta la vida humana y animal.
Desde un punto de vista ecológico, los insectos son una pieza fundamental de la cadena trófica, esa red de interacciones que sustenta la vida en el planeta. Como explica Sabas, “son la base entre los mamíferos y las plantas”. Los insectos son los principales consumidores de muchos productos vegetales y, a su vez, sirven de alimento a animales más grandes que terminan en nuestra mesa, como peces, aves o cerdos.
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Gusano amarillo de la harina Tenebrio molitor, plaga del almacenamiento. Larva, pupa y escarabajo adulto en grano de arroz
Esta relación que tenemos con los insectos es tan antigua como la propia humanidad. Aunque en Europa no se consumen insectos de forma habitual, el resto del mundo ha integrado a estos pequeños seres en su dieta durante siglos. Además, más allá de su posible uso directo como alimento humano, los insectos tienen una utilidad mucho más amplia en la producción de proteínas, aceites y otros subproductos que, aunque no los veamos, forman parte de una gran parte de lo que consumimos.
La proteína de los insectos
Una de las mayores sorpresas que nos ofrece Tebrio es su enfoque en la producción de proteína. En lugar de obtenerla de fuentes tradicionales como la carne o el pescado, la granja de insectos de Salamanca transforma el gusano de la harina en una proteína de alta calidad que se utiliza principalmente para alimentar a animales, como peces, pollos y cerdos.
Sabas de Diego explica que este modelo ofrece una ventaja fundamental: “Producir insectos consume muchos menos recursos que la ganadería tradicional, lo que hace que sea una opción mucho más sostenible”. De hecho, esta proteína insectil tiene un bajo impacto ambiental, es más eficiente en términos de recursos y puede ser una respuesta al aumento de la demanda global de proteínas en un mundo que no para de crecer.
Pero la historia no termina ahí. El gusano de la harina no solo es útil como fuente de proteína, sino que sus derivados, como aceites y harinas, tienen un amplio abanico de aplicaciones. Por ejemplo, el aceite extraído de estos insectos se utiliza en diversos productos industriales, mientras que sus cáscaras se convierten en bioplásticos que tienen aplicaciones en la biotecnología y la agricultura. Estos subproductos también son fundamentales en la nutrición de las plantas, promoviendo un crecimiento más saludable sin necesidad de químicos.
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Insectos que sirven de aperitivo. Larvas de gusanos de la harina como alimento y variedad de frutos secos. Gusanos de la harina, crustáceos, tenebrio molitor
La gran pregunta que se nos plantea es si estos productos derivados de insectos podrían ser aptos para el consumo humano. Según Sabas, aunque la legislación europea aún está dando sus primeros pasos en la autorización de insectos como alimento humano, los productos derivados de estos insectos, como proteínas, aceites y harinas, cumplen con los estándares sanitarios y nutricionales necesarios para ser consumidos de forma segura por las personas.
El futuro de la producción de insectos
Sin embargo, Tebrio actualmente se enfoca en el mercado de la nutrición animal, aunque no descartan la posibilidad de que, en el futuro, sus productos puedan llegar a las mesas de los consumidores humanos. "Desde un punto de vista técnico y sanitario, los productos derivados de insectos son completamente aptos para el consumo humano. Lo que ocurre es que en Europa, el mercado está regulado, y la mayoría de los esfuerzos van enfocados hacia la alimentación animal", explica Sabas.
Además de la producción de proteínas, la granja también está investigando nuevas formas de utilizar los insectos en áreas como la biotecnología, la agricultura y la farmacología. “Nosotros estamos explorando cómo la quitina, un polímero presente en los insectos, puede tener aplicaciones en la medicina y en la mejora de cultivos”, dice Sabas. Esto abre la puerta a un futuro en el que los insectos no solo sean una fuente de alimento, sino también de soluciones innovadoras para problemas globales.