SERIE A | 21ª JORNADA
El Inter golea y afianza su liderato; Set del Nápoles para seguir soñando con Europa
Los de Simone Inzaghi golearon a la Atalanta en el partido aplazado por la Supercopa (4-0). El rival del Barcelona en Champions goleó al Sassuolo con tres goles de Oshimen (1-6).
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Inter, 4 - Atalanta, 0
El Inter goleó este miércoles al Atalanta (4-0) en San Siro gracias a los tantos de Lautaro, Dimarco, Frattesi y Darmian, rubricando su tercer 4-0 consecutivo en Serie A, aumentando su ventaja con su perseguidor a 12 puntos y dejando el 'Scudetto' visto para sentencia cuando faltan todavía 3 meses de campeonato.
Es solo cuestión de tiempo que el Inter levante su vigésimo 'Scudetto' y borde su segunda estrella encima del escudo. Cada una significan 10 títulos de Serie A. Ya ganó en enero su primer título, la Supercoppa de Italia; se fue con ventaja de la ida de octavos de final de Liga de Campeones ante el Atlético de Madrid (1-0) en febrero; y cuando asoma marzo dejo visto para sentencia, más todavía, el campeonato doméstico italiano, en el que no tiene rival.
No es casualidad que los de Simone Inzaghi aguanten tan bien jugado casi cada tres días. Son un proyecto perfectamente trabajado con una plantilla amplia en la que la 'Unidad B' mantiene el nivel y está igual de enchufada. Esta vez, sin Calhanoglu, ni Thuram, ni Acerbi, titulares indiscutibles, pasaron por encima de los de Bérgamo.
Sassulo, 1 - Nápoles, 6
Con un 'hat-trick' de puro nueve, el nigeriano Victor Osimhen resucitó este miércoles a un Nápoles que, con el añadido del doblete del georgiano Khvicha Kvaratskhelia y del tanto kosovar Amir Rrahmani, se divirtió ante el Sassuolo (1-6) con un festival de goles en una victoria balsámica que alimenta las esperanzas del actual campeón del' Scudetto' de recuperar los puestos europeos.
El Nápoles volvió a dar miedo, volvió a ser efectivo y volvió a golear. Mucho tiempo había pasado desde que no mostraba una versión tan arrolladora, con la que se aprovechó de un paupérrimo Sassuolo para lamerse las heridas. Utilizó la debilidad de su rival para reconectar con su esencia, para volver a sentirse ganador y para, sobre todo, hacer algo que no hacía desde hace mucho en un campo: disfrutar.
Porque el Nápoles, cuando se recompuso del tanto inicial de Racic, un golazo desde fuera del área en el minuto 17 que por un momento volvió a inmovilizar a los del Vesubio, recordó a su mejor versión.