Asidonia-Jerez
Monseñor Rico Pavés: "Las llagas del Resucitado nos permiten vencer el miedo"
El obispo asidonense recuerda, en su reflexión de esta semana para COPE, que el Segundo Domingo de Pascua es el Domingo de la Divina Misericordia, que instaurara San Juan Pablo II
Madrid - Publicado el - Actualizado
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"No faltó razón a San Juan Pablo II cuando declaró, al Segundo Domingo de Pascua, Domingo de la Divina Misericordia". Así comienza monseñor José Rico Pavés su reflexión para la programación socio religiosa de COPE al acercarnos ya al Segundo Domingo de Pascua. "A través de la Liturgia Pascual somos llevados al encuentro con Jesús Resucitado, quien nos muestra las llagas de las manos y el costado" añade recordando que "a los que hemos recibido la alegría de creer sin haber visto, las llagas del Resucitado nos permiten vencer el miedo, alcanzar la paz y el perdón, superar las dudas y confesar a Jesús como Señor. Son las llagas de la Divina Misericordia".
Entra en materia el pastor sobre el contenido del Evangelio de este momento: "Como si de un solo día se tratara, la Iglesia durante la Octava de Pascua muestra el encuentro con Jesucristo Resucitado acontecido en el primer día del nuevo inicio". "El Evangelio del Segundo Domingo de Pascua nos lleva al final de aquel día y traza el nuevo ritmo del tiempo hasta que el Señor vuelva" explica. "Si la primera Creación se cerró el día séptimo la nueva comienza el octavo" apunta indicando que "el Domingo es memoria del tiempo renovado, prenda de eternidad, momento agraciado para saberse acompañado por quien vive para siempre".
"En la carne resucitada del verbo todo empieza a ser renovado; y en esta carne, sorprendentemente, permanecen las llagas de las manos, de los pies y del costado" insta Rico Pavés. Y se adentra en las sensaciones de sus seguidores más cercanos en ese momento: "A pesar del anuncio de las mujeres de la constatación del sepulcro vacío y de los primeros encuentros con el Resucitado los discípulos no consiguen vencer el miedo y se quedan en casa con las puertas cerradas". Es así como "Jesús entonces se deja ver, su cuerpo resucitado no está sujeto a los límites del espacio, se muestra donde quiere y a quien quiere; ha derrotado para siempre al pecado y a la muerte".
Y concluye su reflexión indicando que "el saludo que anuncia su presencia trae la Paz, vencedora de miedos y cerrazones; y enseguida muestra las manos y el costado". "En las llagas está la marca de la Pasión soportada que ahora se muestra como prueba de la victoria alcanzada, los clavos habían taladrado las manos, la lanza había abierto el costado" parafrasea don José a San Agustín de Hipona. "Y las heridas se conservaban para curar el corazón de los que dudaban. Benditas llagas gloriosas que curan las heridas del corazón. Feliz Domingo de la Divina Misericordia". Escúcha aquí a monseñor José Rico Pavés.