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Mil detalles jalonan las horas durante las que los templos de Jerez de la Frontera abiertos por parte de las cinco cofradías que tendrían que haber realizado su salida procesional en la tarde noche de este Viernes Santo recibieron a los fieles, aún ahítos de consuelo ante las imágenes de Cristo y María por la situación sanitaria, económica y social que estamos atravesando y que ha motivado, con sus restricciones, una Semana Santa que al llegar al final deja invitaciones a la reflexión.
Antes de visitar las sedes canónicas de las hermandades de referencia de esta última jornada penitencial antes del silencio del Sábado Santo era preciso poner foco en la Santa Iglesia Catedral del Salvador. Sin Eucaristía en los Santos Oficios de este día, como dicta la liturgia, la Adoración de la Cruz imponía la severidad de la jornada en la que se conmemora la muerte de Cristo. Y los detalles estaban dentro del primer templo jerezano pero también fuera: la matraca sonaba desde la torre catedralicia. Escúchala...
Para entonces, centenares de personas, permanentemente invitadas desde las cofradías a que cumplieran las normas sanitarias necesarias, se acercaban a las iglesias. Y, jugando con los espacios, en la de Las Viñas fue incluso posible contar con un concierto de marchas procesionales con los músicos convenientemente colocados ante la fachada, entre las galerías que caracterizan esa popular placita. Ofrendas, saetas, oración, reencuentros... De todo ello fue posible disfrutar dentro de un orden.
San Pedro en torno a la Virgen de Loreto, La Victoria con la Soledad y el cuerpo descendido de Cristo, San Telmo con un delicioso calvario en sus medios presidido desde su cruz de madera (la de plata está en la exposición de los Claustros) por el Cristo de la Expiración acompañado por María de Valle y el popular Juanillo... Las compañías fueron también característico de la presentación de los titulares de la Hermandad del Calvario: la Piedad por San Juan y la Magdalena y el Yacente del Santo Entierro por las Marías.
Así se ha terminado de cumplimentar el encuentro con los titulares de las hermandades por parte de unos fieles que han sabido degustar, a lo largo de siete días, aquello que sí tenían a su alcance. Y ahora, al aguardo de la Pascua, solo resta subrayar por enésima vez la palabra que hace mirar al futuro con cierta ilusión: la esperanza es la clave por la que muchos aseguran que esta Semana Santa ha sido mejor que la de 2020 pero que aún será más del gusto de la generalidad la del año que viene. Así sea.
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