La actividad sigue para comerciantes y turistas en La Judería a pesar del calor

Hace calor. Mucha calor. El sentido común y el cuerpo nos pide alejarnos de la calle. Incluso las autoridades sanitarias nos demandan encerrarnos en las horas centrales del día y aliviarnos bajando las persianas y dándole al ventilador y al aire acondicionado. Los 44 grados que se esperan para hoy y la alerta naranja vacían las arterias principales de la ciudad. ¿Todas? No. Porque por las retorcidas calles de la judería, incluso cuando más aprieta la canícula, siguen caminando como disciplinadas hormiguitas obreras los abnegados turistas que han optado por aprovechar sus vacaciones veraniegas para visitar nuestra capital. Encomiable su pasión y estoica su predisposición. Les damos las gracias, la enhorabuena y nos interesamos por sus historias. Antoine viene de paso rumbo a su Lille natal con sus cinco hijos y su mujer. Habla perfectamente castellano y se veía con fuerzas antes de acceder al Patio de los Naranjos. Antonello es italiano, pero reside en Barcelona. Estaba informado y es más diurno que nocturno. Le avisamos de lo que se avecina hoy, pero pone al mal tiempo (o bueno, yo qué sé) buena cara y apuesta por el remojón. La cántabra Rosalía está encantada. Dice que la ciudad está perfectamente acondicionada para el verano infernal. Bueno, es que aunque no lo estuviera vendría a conocerla y la recomienda. Una incondicional, atendiendo a su testimonio.

Después de esta dosis de chovinismo, nos vamos a los comercios aledaños para ver cómo están viviendo los profesionales del sector estos días bochorno. Juan Pérez, que tenía tres tiendas y ahora mantiene una junto a su mujer, nos explica que una de sus misiones -al margen de vender souvenirs y botellas de agua- es asesorar y tranquilizar a los sofocados visitantes. Esto es -más o menos- normal en estas fechas. Juan también nos cuenta que, a pesar del natural descenso de las ventas, les compensa mantener abierto el negocio porque sigue siendo un mes caliente para el turismo. Con perdón de la broma.

De la misma opinión son Luisa y Kenia, que trabajan en otras dos tiendas de la Judería. Atienden más por la tarde-noche, claro. Porque a ciertas horas no hay quien aguante.

Y también hay quienes viven del turismo mostrando las múltiples excelencias de la tierra. Estefanía es guía turística. Un trabajo sencillo por la belleza del casco histórico cordobés que desencaja mandíbulas, pero todo un reto si se tiene en cuenta que esta temperatura puede fundirle los plomos a algún norteño poco habituado. Nos cuenta que, claro, ahora han de aprovechar a quienes van de paso hacia la playa... y llevarles por la sombra.

En suma, que la vida y el turismo, a pesar del mercurio, sigue entre quienes tienen como imán y eje los monumentos de Córdoba capital. Y que dure. Porque como cantaba Dante “El calor no puede separarse del fuego, ni la belleza del Eterno”.