“Un guardia civil le dijo a Solchaga: ‘Enhorabuena por su intervención del otro día. Estuvo usted cojonudo'"

El entonces diputado José Miguel Salinas recuerda los angustiosos momentos vividos hace 40 años con el golpe de Estado: “Con los años se banaliza lo que nos costó la Democracia"

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“Un guardia civil le dijo a Solchaga: ‘Enhorabuena por su intervención del otro día. Estuvo usted cojonudo'"

Toni Cruz González

Córdoba - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Este martes se cumplen ocho lustros del último golpe de estado sufrido en España. El Teniente Coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero entró con unos 200 efectivos en el Congreso de los Diputados dando vivas al Rey y al Teniente General de Valencia Miláns del Bosch. Hubo disparos, miedo y un autoritario “se sienten, coño” que todavía hiela la sangre.

Siete diputados por Córdoba vivieron en primera persona ese dantesco episodio: José Javier Rodríguez Alcaide, Carmelo Casaño y Antonio José Delgado de Jesús (UCD); e Ignacio Gallego por el Partido Comunista y Guillermo Galeote, Manuel Gracias y José Miguel Salinas (PSOE). El también cordobés Cecilio Valverde, presidente entonces del Senado, también estaba en el Congreso en la tribuna de invitados.

José Miguel Salinas atiende a COPE con el recuerdo de aquello muy vivo, porque “hay impactos en la vida que se rememoran continuamente y que quedan reflejados en la memoria como si se hubiera vivido ayer. Han pasado 40 años, pero parece que hubiera sido ayer”.

Explica el entonces diputado socialista que “Tejero entró prácticamente forzando una de las dos puertas que dan acceso al hemiciclo con un pelotón todos armados y utilizó una técnica que hemos visto luego que es que empiezan a gritar todos a la vez para provocar el desconcierto en los asaltados y eso ocurrió, que nos quedamos aturdidos por la confianza, la seguridad y autoridad de Tejero. Ahí vimos que estábamos en un golpe de Estado. Uno más de los muchos que por desgracia se han sufrido en este país. Eso provocó la reacción del Teniente General Gutiérrez Mellado que vio como un militar de rango inferior le estaba ordenando que se sentara y humillando y así se levantó y empezó el forcejeo general”.

Después llegaron los disparos de cetme y Santiago Carrillo explicó en 1994 a Antena 3 que “Interpretaron mejor los sentimientos del país los que se escondieron que los que nos quedamos sentados. No había ese resorte que hiciera que el pueblo estuviera dispuesto a enfrentarse con el golpe militar”.

Salinas reconoce que esos instantes fueron aterradores, porque “si se conoce como es el Congreso, es un recinto relativamente pequeño para albergar a más de 400 personas y al estar tan cerrado como una campana cualquier disparo provoca una sensación de matanza. Cuando empiezan los disparos y nos vamos al suelo yo estaba en una fila de las más anchas y sabía que no corría peligro, pero pensaba que los que estaban en primera fila que no tenían cobertura ninguna como Suárez, Carrillo o Felipe González sí que les estaban alcanzando los disparos”.

El contingente de asaltantes era tan heterogéneo que dio pie a escenas surrealistas: “Había tres o cuatro, un capitán y un teniente, que daban las mismas órdenes que Tejero, pero el resto había de todo. A algunos les dijeron que iban a luchar contra ETA. Recuerdo que avanzada la noche, cuando empiezan a dar permiso para ir al servicio por filas, cuando baja del servicio Carlos Solchaga me dijo: “Esto es rarísimo. El Guardia Civil que estaba vigilando los servicios me ha dicho: Enhorabuena por su intervención del otro día. Estuvo usted cojonudo”. Ahí empecé a sospechar que ahí debía haber de todo y que podría haber una amalgama de gente reclutados como Dios les dio a entender. Mucha gente quedó desconcertada con los tiros y ahí vio la gravedad del asunto. Estaban cometiendo un acto muy delictivo”.

La incomunicación fue otro frente al que combatir en esa noche eterna: “Durante muchas horas no tuvimos prácticamente noticias. Había un transistor que tenía Fernando Abril Martorell e íbamos haciendo como los juegos de los niños que van diciendo la frase de uno a otro y llega algo totalmente distinto de lo inicial. La primera gran noticia de la que nos enteramos fue de la intervención del Rey y luego una edición especial de El País con un titular enorme que era “El Golpe de Estado en vías de fracaso” que le llegó a alguien de UCD. Además, veíamos que no llegaba la autoridad competente no llegaba nunca. Conforme iban pasando las horas la sensación de esperanza era superior, pero de seis a diez de la noche fue horroroso”.

Eran otros tiempos en los que la concordia entre los partidos era la nota común. Un panorama muy diferente al de la actualidad. Explica Salinas que no solo en esas horas hubo entendimiento entre los diputados de distinta ideología: “Las relaciones entre los parlamentarios cordobeses eran francamente buenas. Con Carmelo Casaño y Rodríguez Alcaide he mantenido una relación amistosa toda la vida y nos seguimos hablando. Ese mismo día por la mañana hicieron un pasillo y llegamos al Hotel Palace que estaba enfrente del Congreso para llamar por teléfono y la Diputación Provincial nos mandó un coche a Madrid a recogernos a los parlamentarios de UCD y PSOE para que diésemos una rueda de prensa en el Gobierno Civil de Córdoba esa misma noche. Después nos volvimos en tren para votar la investidura de Calvo Sotelo al día siguiente. Y nos volvimos juntos porque teníamos una relación francamente buena. El porcentaje de leyes e iniciativas votadas por acuerdo era muy alto, no como ahora”.

La revista Actual publicó el 20 de agosto de 1982 una lista con 49 nombres de figuras políticas de la provincia de Córdoba elaborada en diciembre de 1980 por las Milicias Populares Patrióticas (constituidas por elementos violentos escindidos de grupúsculos ultras como Fuerza Joven, Fuerza Nueva, Falange Primera Línea y Juventudes Nacional Revolucionarias) y que iban a ser eliminadas si un golpe de Estado de extrema derecha tenía éxito. Entre esos nombres estaba el de José Miguel Salinas. Él ya lo sabía: “Me habían informado previamente de que había circulando una lista de las más peligrosas porque recuerdan a esos paseíllos de los paramilitares o los falangistas en los primeros tiempos de la Guerra Civil. En una cosa de este tipo lo más tranquilizador, aunque sea una paradoja, es ser detenido por una vía oficial, con un militar o un fiscal… El que te coja una pandilla y te meta un coche es lo peor que te puede ocurrir porque no tiene remedio. Me informó un amigo mío cercano a estos círculos que pensaban dar un escarmiento en mi persona con una muy buena paliza con bates de béisbol. Tuve que cambiar de hábitos y dejé de ir por mi casa durante una semana. Al final me informaron de que habían renunciado a ese propósito. Ese peligro, en esos tiempos, siempre estaba”.

Tiempos duros, tiempos inciertos. ¿Ha olvidado España lo que costó implantar la Democracia? “De la lección del 81 los que más han aprendido son las Fuerzas Armadas, que son hoy un cuerpo moderno, internacional y profesionalizado. Afortunadamente tenemos una Fuerzas Armadas fuera del terreno político. El resto de la sociedad ha dado tan por supuesta con los años la Democracia que ha frivolizado mucho con el asunto y está tan banalizado que se aceptan proclamas en contra de la libertad y de la Democracia. Deberíamos hacer un esfuerzo por separar la desafección a los partidos con la desafección a la libertad y la Democracia. Con eso no se juega. Decía Felipe González que la libertad es algo que se echa de menos cuando se pierde. Las nuevas generaciones tienen completamente amortizado que esto es así. Y esto cuesta mucho trabajo, como hemos visto en Estados Unidos. En cualquier momento puede ponerse en peligro”.

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