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¿Pudo ser Colonia Patricia Corduba la sede de la escuela de gladiadores de Hispania?
El profesor Desiderio Vaquerizo nos explica cómo era la vida de estos combatientes que pelearon en el colosal anfiteatro cordobés ante 50.000 personas
Córdoba - Publicado el
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Gladiator II es la película del momento. Los largometrajes de romanos siempre han gustado a los cinéfilos y la controvertida -sobre todo por los historiadores-obra de Ridley Scott ha vuelto a suscitar el interés por los reciarios, mirmilones, eques… Una pasión que fue muy importante en la Colonia Patricia Corduba, capital de la Bética y puede que sede del Ludus Hispanicus o principal escuela de gladiadores de la península.
El arqueólogo Desiderio Vaquerizo realizó en 2020 un estudio junto a su compañero Juan Murillo sobre las lápidas encontradas en Córdoba dedicadas a honrar la memoria de gladiadores que fallecieron en el gigantesco anfiteatro de Colonia Patricia, que tenía una capacidad para 50.000 espectadores.
Actius, por ejemplo, fue un mirmilón que falleció con 21 años tras vencer en seis combates; Ampliatus, de origen sirio, falleció a los treinta tras 33 enfrentamientos victoriosos; Satur y Bassus, también gladiadores, estaban casados según el testimonio en piedra.
Le preguntamos al profesor Vaquerizo si va a ver la película: “soy un aficionado al cine, pero con carácter retroactivo. Los comentarios de los compañeros que la han visto no son muy positivos, así que no creo que la vaya a ver en cine”
Los juegos de gladiadores “tienen un origen probablemente etrusco como “munera”, es decir, una ofrenda funeraria con combates a muerte entre soldados o luchadores. Este concepto irá evolucionando y complicando, pero tiene un origen ritual”.
¿Es osado afirmar que los gladiadores eran tan famosos como lo son entre nosotros los futbolistas ahora? “Es una comparación que se puede admitir para entender la importancia social y el componente de emulación entre los niños. En los muros de Pompeya han aparecido dibujos de gladiadores hechos por niños. El imaginario de la época convirtió a los gladiadores en atletas e incorporaron un enorme sex appeal entre las damas de la época por los músculos, el sudor, la valentía… la virtus romana: la integridad, el ser capaz de ofrecer el cuello ante la muerte con gallardía”.
Hay muchos mitos en torno a este apasionante y sangriento espectáculo, como el de que todos los luchadores eran esclavos: “Había hombres libres y mujeres también. Las tenemos constatadas por representaciones plásticas indicando el nombre y en las fuentes escritas. La simbología y los gestos es algo controvertido, pero lo del pulgar arriba y abajo no parece corresponderse con la realidad. Debió haber esclavos, prisioneros de guerra, gente que se contrataba temporalmente para pagar deudas. Hubo personas libres que se dedicaron a la gladiatura. En Córdoba una lápida de gladiador presenta los tria nomina propios de la ciudadanía romana e incluso alguno estuvo casado con una mujer libre. Solían tener mote o seudónimo, pero es muy probable que muchos fueran libres y tuvieran hijos, por lo que podrían tener una vida relativamente estable en función de su fama y caché, así como del empresario que les contratara”.
La Córdoba romana vio morir a muchos gladiadores y, probablemente, también pudo verles nacer para combatir: “el anfiteatro era monumental y de dimensiones colosales y en el que parece que debió celebrar bastantes juegos gladiatorios porque Corduba era la capital de la Bética y dada su riqueza los espectáculos debían atraer a toda la provincia con los mejores luchadores de la época. Con la excavación del anfiteatro cobró sentido la colección de epigrafía gladiatoria del entorno de Ciudad Jardín. 16 epígrafes de 20 gladiadores de diferentes armas y entre ellos, cursor, que fue entrenador de reciarios. Es el 80 % de toda la epigrafía gladiatoria de toda Hispania. Un conjunto sólo equiparable al de Nimes y Roma. Todos estos elementos llevan a pensar que el Ludus Hispanicus debió estar aquí. Y tiene toda la lógica”.