Un viaje por el interior del único centro de residuos radiactivos en España: los procesos de gestión de El Cabril

COPE accede al interior de la infraestructura que está almacenando los residuos procedentes del desmantelamiento de las siete centrales nucleares del país, además de otros de muy baja, baja y media actividad

Viaje al interior de El Cabril
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Laura García

Andalucía - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Desde la Torre de Control de Vigilancia se puede observar la dimensión de la infraestructura. El único Centro de Almacenamiento de Residuos Sólidos Radioactivos de España está perfectamente engranado en el entorno natural de la Sierra Albarrana, en la provincia de Córdoba. Y será el mismo entorno el que guarde esos residuos durante 300 años hasta que su radiación decaiga bajo la tierra. Mientras, hay construidas allí dos plataformas blancas, que se ven desde las alturas.

En ellas, caben hasta 320 contenedores, con 18 bidones cada uno, también recubiertos de cemento, que guardan en su interior residuos de media y baja actividad radiológica hasta el día en que se llenen al completo. Eso ocurrirá cuando España culmine definitivamente el desmantelamiento de sus siete centrales nucleares, entre 2027 y 2035. Según 7º Plan General de Residuos Radiactivos, el coste de ese desmantelamiento y clausura de las instalaciones nucleares, desde el año 1985 hasta el 2100, será de casi seis mil millones de euros. 

Preparación de celdas de hormigón

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Armadura de un contenedor

por qué allí 

El Cabril se ubica en Córdoba por motivos históricos. Fue allí, en Hornachuelos, donde se empezaron a almacenar residuos radioactivos por primera vez en los años 60, de forma clandestina, en una pequeña mina de uranio en desuso. No fue hasta 32 años después, con la creación de Enresa, cuando el centro que hoy conocemos almacenó el primer contenedor en una de las celdas de su plataforma norte, transformándolo en un moderno sistema de almacenamiento de reconocimiento internacional. 

Desde entonces, la instalación ha venido a dar solución a los residuos procedentes de hospitales, centros de investigación, industrias y otras instalaciones nucleares y radioactivas de todo el país. En total, el territorio nacional tiene más de 1.000 instalaciones radioactivas distribuidas a lo largo y ancho de su geografía. 

Se instaló allí, no sin la oposición de buena parte de sus vecinos y personalidades de diferentes sectores sociales. El motivo era evidente: el término "radiactividad" no transmite, de entrada, seguridad. Pero el centro, y sus trabajadores, emplean a diario sus conocimientos técnicos bajo una estricta norma marcada por el Consejo de Seguridad Nuclear. 

seguridad en el cabril

El centro tiene múltiples sistemas de seguridad. De cara al exterior, la seguridad está certificada, entre otros, por el Plan de Vigilancia Radiológica Ambiental: "Se toman más de mil muestras al año de agua, vegetación, la fauna, los sedimentos y los alimentos. Las analizan laboratorios externos para garantizar la independencia de esos resultados. Lo que ponen de manifiesto es que, en los 30 años que llevamos funcionando, la operación del centro no ha modificado las condiciones radiológicas del entorno", asegura su directora, Eva Noguero. 

La mayor parte de la actividad de El Cabril está, además, controlada y supervisada de forma remota desde la sala de control. En concreto, los residuos de media y baja actividad. "Los de muy baja actividad son residuos que, por sus características radiológicas, necesitan menos barreras y menos tiempo para decaer. Por ejemplo, los procedentes de los desmantelamientos de centrales nucleares, que en un máximo de 60 años dejan de tener radiactividad”, manifiesta Marta Arroyo, jefa del servicio de Comunicación Social de El Cabril. 

Sala de control de El Cabril

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Sala de control de El Cabril

transporte por carretera

Los residuos llegan a El Cabril por carretera. Desde que comenzó a funcionar, hace tres décadas, se calcula que sus camiones han recorrido cerca de 5 millones de kilómetros. Aunque hace años iban escoltados por la Guardia Civil, ahora los camiones han reforzado su seguridad y no se diferencian del resto de vehículos que transporta materiales peligrosos. 

Enresa realiza una inspección previa de los residuos que se van a cargar en el camión. También del propio transporte. Además, "sus conductores reciben formación específica que les capacita para hacer frente a cualquier contingencia que pueda ocurrir durante el transporte. Hay embalaje concreto y un protocolo de actuación para minimizar el tiempo de respuesta y consecuencias en caso de incidente", explica Noguero, que añade que "nunca se ha producido un incidente con implicaciones radiológicas". Al año, llegan a El Cabril una media de entre 250 y 275 camiones. 

Eva Noguera, directora de Centro de Almacenamiento de Residuos Radioactivos

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Eva Noguero, directora de Centro de Almacenamiento de Residuos Radioactivos

Al llegar a las instalaciones, cada transportista se somete a un riguroso control de acceso y acaba en la explanada de aparcamientos, desde donde se llevan los residuos a almacenar. “Los camiones cargados de residuos llegan a la explanada de recepción y hacemos las primeras comprobaciones radiológicas. De ahí, los llevamos a los edificios de acondicionamiento”, explica Lucía Sevilla Horrillo, titulada del Servicio de acondicionamiento y almacenamiento y supervisora de la Instalación. 

protección física y radiológica

La infraestructura funciona como un engranaje perfecto de seguridad para sus trabajadores. De ello se encarga Juanma Bernabéu, director de seguridad de El Cabril: “Controlamos que solo entran personas identificadas para evitar cualquier robo o sabotaje. Por eso, hay que pasar muchas barreras para poder llegar a donde está el material radiológico". La primera de ellas es el mostrador de entrada, donde se encuentran dispuestos en perfecto orden los dosímetros de cada uno de los trabajadores, con sus nombres y apellidos. 

“A los empleados se les otorgan dos dosímetros en el acceso. Uno de lectura directa, que mide la dosis de radiología que recibe el trabajador en tiempo real. Y otro de lectura indirecta, que recoge los datos oficiales que están autorizados por el Consejo de Seguridad Nuclear. Todos esos datos quedan almacenados en su carnet radiológico”, explica María Revuelta Higuera, titulada del Servicio de Protección Radiológica y Medio Ambiente.

Tampoco se queda atrás la seguridad electrónica, la de la información. "Nos centramos, sobre todo, en la seguridad física. Pero también nos preocupa la seguridad informática porque aquí se maneja información sensible. Tenemos un fuerte sistema de seguridad electrónica que nos permite hacer un borrado remoto de la información de los ordenadores", incide Bernabéu. 

el laboratorio, un ensayo de control constante

Es un espacio de pura ciencia ficción. El ruido leve y constante de las cámaras de ensayo, los aparatos de teledirección y las probetas sirven de controladores para conocer qué tipo de residuos se están almacenando y si cumplen con la normativa que exige la ley.  “Podemos coger muestras a distancia de los residuos que recibimos. Posicionamos el bulto en horizontal, lo taladramos, obtenemos una muestra y analizamos las medidas radiológicas con espectrometría gamma fuera de la celda”, relata Carmen García López, titulada del Servicio de Laboratorios. 

Carmen García López, titulada del Servicio de Laboratorios

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Carmen García López, titulada del Servicio de Laboratorios

el agua, bajo control

La sierra norte de la provincia de Córdoba no suele recibir lluvias abundantes. De hecho, sus municipios sufrieron en 2023 una intensa sequía los dejó sin agua potable en el grifo. El propio Cabril sufrió esa falta de agua porque el pantano que lo abastece, el Bembézar, se estaba secando. Paradójicamente, cuando COPE entra en sus instalaciones, Córdoba lleva varias semanas soportando un intenso tren de borrascas que incluso ha desbordado el río Guadalquivir. 

La tierra está mojada y dificulta el trabajo, pero no es un hándicap para el almacenamiento de los residuos. Tanto el hormigón que se utiliza para introducir los bidones como la red de infiltraciones de El Cabril aseguran que el agua no va a entrar en contacto con la radiación y, si lo hiciera, se apartaría a la balsa de pluviales de forma inmediata. 

Marta Arroyo, jefa del servicio de Comunicación Social de El Cabril

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Marta Arroyo, jefa del servicio de Comunicación Social de El Cabril

El hormigón que se utiliza para hacer los contenedores de El Cabril tiene unas características muy específicas diseñadas por el Instituto Eduardo Torroja. "Prestamos mucha atención a los materiales cuando nos llegan. Sobre todo, nos centramos en que tienen buenas condiciones de durabilidad, que es lo que más nos interesa porque son residuos que se almacenan durante muchos años. Siempre nos aseguramos que los materiales vengan con los certificados de calidad", matiza Ginés Castillejo, técnico del servicio de Construcción e Infraestructuras. Aproximadamente, se trasladan a la zona de acondicionamiento entre diez y doce contenedores cada mes. 

Ginés Castillejo, técnico del servicio de Construcción e Infraestructuras

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Ginés Castillejo, técnico del servicio de Construcción e Infraestructuras

La red de infiltraciones, por otro lado, se encuentra en una especie de túnel laberíntico sombrío y diáfano. Cada una de las celdas tiene un punto de recogida de agua, una pequeña muestra que permitiría detectar cualquier anomalía que se produjera durante el almacenamiento. 

el futuro de el cabril

El Cabril cuenta con dos plataformas para el almacenamiento de residuos de baja y media actividad, con un total de 28 celdas entre las dos. En enero, el MITECO dio luz verde a la construcción de una nueva plataforma de 27 celdas en el cerro de Pavillos, dentro de El Cabril.  Serán otras 27 celdas, porque el almacenamiento actual de residuos de baja y media actividad se encuentra al 80% de su capacidad.  

El proyecto se está adaptando, ahora mismo, a las exigencias medioambientales y a las del informe del Consejo de Seguridad Nuclear. "Se está preparación la documentación para licitar las obras y la idea es publicar la licitación este año. El inicio de las obras se prevé para el primer semestre de 2026. Y el objetivo es tener las primeras 12 celdas de almacenamiento de la nueva estructura a finales de 2029 o 2030", ha adelantado Eva Noguero. 

De manera paralela, El Cabril recoge residuos desde media hasta muy baja actividad que, cuando se desmantelen todas las centrales nucleares, pasarán a almacenarse en otro lugar: “Cuando tengamos que clausurar Cabril porque hemos finalizado el proceso de gestión de los residuos que se generen en los desmantelamientos de centrales nucleares, España tiene que dar solución a la gestión de los residuos de alta actividad, el combustible gastado. Tiene que disponer de una instalación específica donde se tendrán que almacenar esos residuos”, asegura la directora. El Cabril estará funcionando, al menos, hasta el año 2073, según la planificación aprobada en el 7º Plan General de Residuos Radiactivos.

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