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El fin de semana ha sido el del encuentro de los hermanos de la Hermandad de Huelva con la Virgen del Rocio, en su Ermita del Rocio. No por ser cada año deja de ser distinto.
El de este ha sido grandioso. En el camino y en la “suelta” se respiraba la alegría en una festiva convivencia.
La gente estaba tan a gusto que en las distintas reuniones insistían en la misma sevillana: “Tiempo detente /Que es tan grande el consuelo / que mi alma siente /que duren mis anhelos eternamente”.
En otros momentos llamaban a la Virgen con las que se iban a encontrar, cara a cara, en la misa del domingo y decían:
“No dejes de venir señora /no dejes de venir /. Señora, no dejes de venir, mi amor / no dejes de venir”.
Escuchando esto estaba claro que el Rocio es una de las tradiciones que más nos identifican a los onubenses, como pueblo, nacida de la religiosidad popular a la Virgen. Huelva no se entendería sin el Rocio, ni éste sin Huelva ( el último ejemplo lo vemos en la Magna Rociera).
¡IMPRESIONANTE!
Y llegó el domingo. La misa ante la Blanca paloma. Fue impresionante. Tuvo todos los atractivos para conmover los corazones de un templo abarrotado de gente emocionadas.
En la celebración litúrgica hubo dos momentos cargados de sentimientos. Al inicio, en el canto del Himno del Centenario de la Coronación y, al final, con la Salve a la Virgen.
¡Si hubieras visto las miles de lagrimas que vertían en el río de rostros rocieros, unidos como una piña!.
Allí había gente de todos los tipos sociales, económicos y políticos. Y, en esos momentos, me acordaba de quienes afirman que el catolicismo es una fe en retirada.
¡Qué equivocados están!. Quienes así piensan, deberían darse una vuelta por el Rocio, en un día como el que relato para ver la fuerza de la fe de tanta gente sencilla y cuanto hay de cristianismo - y sólo de cristianismo - en las tendencias de emancipación y justicia social.
Es verdad que mucha de la gente que allí estaba pueden no ir a misa habitualmente. Quizás, porque éstas le resulten aburridas...
En el Rocio se está en las puertas del cielo. Cuando la gente baila o canta de alegría y felicidad es como si rezara dos veces. ¡VIVA LA VIRGEN DEL ROCÍO!.