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Hace siete días recibí, en el móvil, el siguiente mensaje: “Ha fallecido Pepito, “el cariñoso”, uno de los personajes más peculiares y autentico que frecuentaba las calles de Huelva.
Ha sufrido un infarto mortal al entrar en su casa, después de disfrutar de su última noche en el Mándala (Conquero)
Uno de sus lugares nocturnos favoritos. Las calles y las noches de Huelva ya no serán las mismas, sin nuestro Pepe. D.E.P”
¿Quién era Pepito, “el cariñoso”? -te preguntarás-. Un hombre bueno, interesante, bromista, excéntrico y asiduo de bares y cafeterías.
A pesar de la apariencia (siempre bien vestido) no era un juglar ni un trovador. Tampoco un bufón, ni un músico callejero...
Era gente refinada cuya razón de vivir consistía en alegrar y arrancar las sonrisas de los demás.
Pepito, “el cariñoso”, deambulaba por calles y algunos bares de Huelva buscando el cariño de los demás, sobre todo de las mujeres (soltero eterno con 66 años) para las que siempre tenia un piropo amable y cortés.
Le conocí un día, en uno de sus bares favoritos, que se dirigió a mi y me preguntó: “¿Y el niño?”. Le respondí: ¿A qué niño te refieres?. “A quien va a ser, a Pedro, ese “monstruo” de la pintura. Tu hijo es mi amigo...”.
“LA NOCHE MÁS FIEL QUE OSCURA”
La primera impresión que tuve fue que era un hombre raro y antipático, pero enseguida me di cuenta de que ese hombre de aparente marginalidad social (estaba sólo en un bar lleno de gente) era poseedor de grandes valores humanos...
Me contó que había trabajado muchos años en Alemania, como emigrante. Y, siendo analfabeto, tenía la sabiduría, la picardía y la ironía aprendida en las muchas horas de relaciones sociales en bares y noches.
Me cuentan, los que lo trataban con él, que era creativo, innovador, critico y hasta daba consejos de vida ordenada a los más jóvenes. Aunque edito fuera una paradoja.
Pepe se movía con frecuencia en la delgada linea de lo correcto y lo original. Capaz de decir las verdades más serias en la frontera de la broma, la ironía y el humor.
“Las calles y noche de Huelva ya no serán lo mismo sin nuestro Pepe...”- me decían en el whasapp - ¡Y tanto que no...!
Nuestro amigo, y el de mi hijo, se ha ido a las marisma del cielo en el silencio de la noche (no podía ser de día) con el alma llena de luces plantadas en su vida en forma de semillas de amabilidad, simpatía, astucia, discreción, intuición, locuacidad y alegría.
Para Pepito, “el cariñoso”, la noche era más fiel que oscura. ¡BUENOS DÍAS!