
Jaén - Publicado el - Actualizado
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El fútbol mundial tiene que agradecer a Vinicius Junior la defensa de la dignidad humana. No obstante, ¡Houston, tenemos un problema! En el Castilla ya intentaban pararle, aunque fuera con un mordisco en la cabeza, como Tachi, del Atlético de Madrid. Para neutralizar a los jugadores de calidad se emplea todo. La entrada de Goicochea a Maradona fue de juzgado de guardia; el puñetazo de Villar a Cruyff era para suspenderle a divinis; el paraguayo Fernández mandó al quirófano a Amancio, al desgarrarle la pierna con los tacos; en el mundial de Inglaterra no pararon hasta lesionar a Pelé. El escandaloso espectáculo contra Vini en Valencia, ha trascendido a la ONU, la FIFA y la UEFA. Pese a la decena de denuncias formuladas por el jugador, la inacción de las autoridades ha sido vergonzosa. La premeditación y el ensañamiento de las masas “fuenteovejunescas”, con insultos racistas hacia el crack madridista, comienza antes de llegar al campo en autobús. Amplios sectores del público desfogaban su odio profiriendo lindezas de “mono”, “tonto” y un variado repertorio denigratorio. Estos hechos se produjeron en el Camp Nou, Cívitas Metropolitano, Son Moix, Benito Villamarín, José Zorrilla, El Sadar y en Mestalla. Esa estrategia antideportiva la han aprendido los desaprensivos para intentar anular al mejor jugador con entradas que sobrepasan el reglamento, ante la indolente actuación arbitral. La misma corrupción de mirar a otro lado en el caso Negreira. El delantero brasileño protesta ante la desaforada actuación arbitral que resulta acallada con once tarjetas. Para colmo del despropósito e impotencia, en el último partido le expulsan. El árbitro del VAR (Iglesias Villanueva) facilita al principal (De Burgos Bengoechea) unas imágenes sesgadas, en las que se omite la agresión previa al joven brasileiro. Algunos antimadridistas —la mayoría del periodismo nacional— o de sectarios como el portavoz socialista de la Comunidad valenciana, echan la culpa, con un par, a la víctima. Ha sido la fuerza moral e insistencia de un joven, que no da crédito a la injusticia que padece, quien a lo David se enfrenta con valor y coraje al poderoso Goliat del establishment; como Nelson Mandela o Rosa Parks. Muchos engreídos desde el púlpito del supremacismo moral, al modo del Ku-Klus-Klan, le instan a aguantar y callar, a retornar a la esclavitud. Con una personalidad equilibrada encuentra la fortaleza en el libro de Josué: “Lo que yo te mando es que tengas valor y seas valiente. No tengas miedo ni te acobardes”. Tan desmedido es el abuso que padece que ha llegado hasta la cumbre del G-7. El presidente Lula da Silva ha denunciado las agresiones de su compatriota. El presidente Sánchez, en plenas elecciones, ha reculado en modo pánico, porque la reivindicación de Vini ha sobrecogido la opinión mundial. En horas veinticuatro, oh casualidad, han pasado las musas de la impunidad del CSD, la Federación (Rubiales) y LaLiga (Tebas) al teatro; cesan los cinco árbitros del VAR y le quitan la tarjeta roja a Vini. Están asustados y tienen motivos. La Fiscalía Anticorrupción, que conocemos de quién depende, ha empezado a actuar. Inmediatamente se detiene a los autores del Frente Atlético que colgaron hace cinco meses un muñeco colgado de un puente, con la camiseta número 20 de Vini. Está en juego la nominación de España para el mundial de 2030. Con más de cinco millones de emigrantes, posiblemente no seamos racistas, pero este espectáculo para la educación de los jóvenes es demoledor. El odio al diferente, lo están fomentando cada día desde los partidos políticos. Los escraches, los cordones sanitarios, los insultos, la falta de respeto a la libertad del adversario político constituyen el germen del problema. El caldo de cultivo radica en partidos racistas y xenófobos como los independentistas vascos de Sabino Arana y los violentos etarras de Otegui; los catalanes de Puigdemont y Junqueras, que atacan a la nación española, su lengua y soberanía, pero socios del Gobierno. Entonces, “Mi querida España” de Cecilia pasa a la “Puta Espanya” del “procés” y de TV3, de los abucheos al himno nacional y quema de banderas. La comunista Belarra enarbola una versión ideologizada de “Black Lives Matter”, cargando contra el presidente Florentino y exhibiendo camisetas de odio contra el absuelto hermano de Ayuso. Vinicius, como Martin Luther King, ha cumplido su sueño de jugar en el Real Madrid y combatir el racismo.
Javier Pereda Pereda