Cine confinado, con Luis Moreno

“Aprendiendo a vivir” (Matan Yair - Israel - 2017) 94 min.

Sinopsis:

Asher es un joven de 17 años, impulsivo y con un gran temperamento, que está atravesando una difícil etapa en el instituto. Mientras que su padre Milo le insta a trabajar en el negocio familiar de andamiaje, su profesor de literatura Rami quiere que se centre en sus estudios para conseguir un futuro mejor. Dividido entre lo que quiere y lo que debe hacer, una repentina tragedia le hará decantarse por uno de los caminos y poner a prueba su madurez.

Película:

“Aprendiendo a vivir” está dirigida por un joven llamado Matan Yair, siendo ésta su opera prima.

Refleja la realidad actual israelí, marcando las diferencias sociales y poniendo de manifiesto el hecho de los valores inculcados en el seno de la familia. En este sentido estamos ante un joven que, por desgracia, no ha tenido unos padres sensibles y amorosos. Sin embargo, como a menudo ocurre en la vida, encuentra a alguien que le ofrece su hombro para desahogar las penalidades. En este caso será un profesor de literatura quien le muestre otro mundo, otra realidad refugiada en la cultura.

La película nos ofrece el retrato de muchos jóvenes con comportamientos bruscos que, en realidad, buscan afecto y cuya violentas respuestas no son más que síntomas, señales, para reclamar comprensión y afecto.

“Aprendiendo a vivir” pone de manifiesto la necesidad que tenemos todos de formarnos, de estudiar para tomar conciencia de lo que nos rodea.

Tiene un final reflexivo donde el protagonista nos deja una pregunta: ¿Por qué pegar y querer van de la mano?

“Sin conciencia” (Bretaigne Windust y Raoul Walsh - USA - 1951) 87 min.

Sinopsis:

Un fiscal se encuentra en una situación desesperada: dispone de una sola noche para poner en orden las acusaciones que pesan sobre un mafioso ligado a las altas esferas del poder. No tiene otra salida, dado que el único testigo de cargo ha sido asesinado.

Película:

“Sin conciencia” es una poco conocida película de cine negro con la particular curiosidad de su director, Bretaigne Windust, que al poco tiempo de empezar a rodarla tuvo que ser sustituido por el gran maestro Raoul Walsh a causa de una grave enfermedad.

La cinta se basa en un caso real perfecto para ser llevado a la gran pantalla. En este sentido Walsh no desaprovechó la oportunidad de lucir su talento con un trabajo preciso y precioso, a la altura de grandes títulos suyos como “Los violentos años veinte” (1939), “La pasión ciega” (1940), “El último refugio” (1941) o “Al rojo vivo” (1949).

Desde el principio asistimos a un relato de ritmo trepidante, tan intenso como ágil. El guion, como buen ejemplo de cine negro americano, deja de lado a los criminales y se centra en el punto de vista de la policía, dejando a Humphrey Bogart el peso de una interpretación extraordinaria, plagada de ambientes oscuros, opresivos y en ocasiones claustrofóbicos.

Destaca el hecho de que en algunas secuencias se proyectan sombras de tono expresionista, muy adecuadas para el uso de los constantes “flashback” que, en ocasiones, hacen referencia a otros “flashback”.

En definitiva, una maravilla que por desconocida no deja de ser muy recomendable.