La receta del abuelo para hacer el clásico ponche de vino blanco y melocotón

Con el mes de junio a la vuelta de la esquina y el continuo ascenso de temperaturas, los españoles comenzamos a ingeniárnoslas para que nuestro verano sea lo más llevadero posible. El sol y las altas temperaturas nos obligan a cambiar necesariamente muchos de los hábitos que nos han acompañado desde el pasado otoño-invierno y parte de la primavera que está a punto de despedirse.

Pasamos de la ropa de abrigo a prendas finas y ligeras, de los reconstituyentes platos de cuchara a recetas mucho más frescas y coloridas, de las bebidas calientes y humeantes a las más refrescantes. Sol, tumbona o hamaca, piscina, playa, un buen libro, la radio, como fiel compañera y, por qué no, un rico y refrescante ponche o sangría de vino y frutas, son algunos de los placeres que nos ofrece esta época del año.

Centrándonos en el apartado de “bebidas de temporada”, hoy vamos a currarnos un delicioso ponche de vino blanco y melocotón tan típico de Jaén, una bebida, receta de nuestros abuelos, que no puede faltar en cualquier tórrida sobremesa o noche de verano. Lo primero que debes saber es que en cada casa se elabora de una manera, según tradiciones. Con gaseosa blanca, refresco de limón, con o sin corteza de limón, con unas hojas de hierbabuena...

Cuidado. Tienes que tener en cuenta que nuestro ponche contiene alcohol con lo que debes tomarlo siempre con mucha moderación. Además es una bebida “peligrosa” porque es difícil resistirse a tomar solo un vaso, así que mucho ojo.

Dicho esto, para la elaboración de nuestro ponche de vino blanco y melocotón de Jaén, vamos a necesitar eso, vino blanco y melocotón, ademas de un par de limones, gaseosa blanca o de limón, azúcar y canela en rama. Ah, y un lebrillo de barro de Bailén, a ser posible. Aunque una fuente de cristal también nos sirve, no es lo mismo, como que no sabe igual.

Su elaboración es simple. Pelamos y troceamos al gusto un par de melocotones y los ponemos en el lebrillo de barro. Hacemos lo mismo con los limones pero sin quitarles la piel o corteza. Le ponemos azúcar al gusto (unos 125 gramos son suficientes) y un par de ramas de canela troceada y procedemos a mezclar bien todos los ingredientes para que cojan todos los sabores y aromas. Por último añadimos el vino blanco y la gaseosa (hay quien le pone agua o sólo vino) y movemos bien.

Ya solo nos queda meter en la nevera para que se enfríe bien (a mi me gusta dejarlo macerar sin la gaseosa al menos una noche) y a la hora de servir, lo haremos con unos cubitos de hielo. Listo para disfrutar, insisto una vez más, con mucha moderación.

Solo un par de apuntes. Prueba a cambiar el azúcar blanca por azúcar moreno y si quieres un toque extra de frescura, ponle unas hojas de hierbabuena. Si quieres un ponche sin nada de alcohol, Carmina en la Cocina, nuestra bloguera de cabecera, nos da la solución; hierve el vino para eliminar su graduación. Nadie lo notará...