MEDICINA DEPORTIVA

Cómo superar las agujetas: Mitos y verdades

El doctor Vicente De la Varga detalla los motivos de la aparición de las agujetas y como aliviarlas

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Cómo superar las agujetas: Mitos y verdades

Emilio Guerrero

Málaga - Publicado el

3 min lectura

¿Quién no ha tenido agujetas a lo largo de su vida? Nadie está a salvo de esta dolencia tras realizar un excesivo esfuerzo al cual no está habituado nuestro. El doctor Vicente De la Varga, traumatólogo y experto en cirugía ortopédica desde su clínica CAMDE de Málaga, considerado uno de los 50 mejores médicos privados de España por Top Doctors, explica en COPE Málaga los mitos y verdades esta incómoda molestia.

Siempre se ha pensado que las agujetas son la consecuencia natural e inevitable de realizar ejercicio intenso tras una época de parón deportivo, algo propio de un músculo oxidado que se volvía a poner en funcionamiento, pero nada más lejos de la realidad. Las agujetas son un tipo de lesión muscular, la lesión muscular más leve e incipiente si queremos, pero una lesión muscular. Su nombre técnico es un dolor muscular de aparición tardía que se debe a microrroturas de microfibrillas musculares. Aparecen cuando sometemos al músculo a un esfuerzo superior al que está habituado, y como cualquier rotura muscular conlleva inflamación y dolor.

No tienen nada que ver con el acúmulo de cristales de ácido láctico en el interior de las fibras musculares, como siempre se han definido en la cultura popular. Son microrroturas musculares cuando realizamos un trabajo muscular excéntrico por encima de una intensidad para la que no estamos entrenados y durante un tiempo superior al habitual. El dolor suele aparecer a las 24h del esfuerzo físico y alcanzan su pico de máximo dolor y limitación de la movilidad entre las 24 y las 48h.

Reflejan un sobreentrenamiento en una musculatura desentrenada. No son evitables, pues son la respuesta fisiológica normal a un esfuerzo extra. Si el esfuerzo se mantiene se puede llegar a tener una rotura muscular de una entidad mayor.

MUSCULATURA EXPUESTA

Por lo tanto, no se puede evitar que las agujetas aparezcan pues reflejan simplemente que se ha realizado un esfuerzo extra, y que no volverán a aparecer cuando los músculos afectados hayan superado esa fase de entrenamiento para el tipo, intensidad y duración del esfuerzo realizado. Y puede aparecer en cualquier músculo de nuestro cuerpo, dependerá del ejercicio que hayamos realizado, de su intensidad y tiempo. Desde los maseteros en la cara por habernos reído mucho o comer chicle sin estar acostumbrados, hasta los cuádriceps por subir escaleras o los gemelos por montar en bicicleta. Hasta en los bíceps por llevar una bolsa de Mercadona.

Y no hay forma de evitarlas, tan solo el entrenamiento muscular lo puede hacer. Los miles de protocolos que recomiendan calentar o estirar la musculatura, una determinada dieta o suplementación o una sobrehidratación no sirven para prevenir que aparezcan o alterar su evolución. Pueden, de una forma personal de tipo placebo, darnos la sensación de que se alivian, pero es eso, tan sólo una sensación.

TRATAMIENTO

La forma tratarlos es la de cualquier lesión muscular. Comenzamos aplicando frío y reposo relativo las primeras 24h, como las molestias de las agujetas comienzan a las 24h tras el ejercicio estas medidas las tomaremos de forma preventiva cuando esperemos que vayan a aparecer. A partir de las 24h debemos aplicar calor suave para relajar el músculo, junto a estiramientos y un masaje suave. En el músculo la inflamación siempre va acompañado de una contractura, siendo ambos los causantes del dolor. En casos severos se puede tomar un analgésico suave, tipo paracetamol o nolotil, evitando los antiinflamatorios pues bloquean la regeneración muscular al tener la inflamación y la regeneración un origen común.

El descanso adecuado y una buena hidratación con agua colaborarán a que las agujetas pasen en un par de deías y podamos avanzar un paso más en nuestro entrenamiento. Y no hay más. Si no aparecen las agujetas es que no hemos entrenado la suficiente. No hay curas mágicas, ni falta que hacen para un proceso fisiológico normal del entrenamiento.

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