Un perro se niega a llevar bozal y esta es la curiosa manera en que lo convencen
Este perro rottweiler pasó cuatro años en un refugio donde nunca le habían conseguido poner un bozal. Después de un mes de adiestramiento lo consiguieron
Málaga - Publicado el - Actualizado
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Esta es la sorprendente historia de un perro llamado Byron, un rottweiler de ocho años que pasó cuatro de ellos en un refugio para mascotas abandonadas. Después de una peregrinación por distintos hogares y refugios, Byron tuvo la suerte de encontrar una familia que quiso llevarlo a casa. El problema surgió cuando sus nuevos dueños quisieron colocarle el bozal en la boca para poder pasearlo. “Byron gruñía y chascaba al aire, no llegaba a morder, pero impresionaba. En general, ver a un rottweiler chascar al aire genera mucho respeto”, asegura el adiestrador de perros Adrián Navarro, fundador de la empresa Adiestramiento canino LOPECAN.
EL PERRO QUE NO QUERÍA BOZAL
La nueva familia de Byron andaba desesperada y preocupada, eligiendo horas poco frecuentadas para poder sacar al perro a pasear, ya que el rottweiler está catalogado como raza potencialmente peligrosa (PPP) y, por ley, debe salir a la calle con corrector. Sabían que se arriesgaban a una multa. Fue en ese momento cuando recurrieron al adiestrador Adrián Navarro que necesitó “cuatro semanas para positivizarle el bozal”, recuerda en los micrófonos de COPE.
“En el refugio donde había estado durante cuatro años los voluntarios no habían conseguido ponerle el bozal y se limitaban a darle comida a cambio de que hiciera determinadas cosas. Y es que este rottweiler siempre exigía tener cuatro ojos. Sin embargo, llegó una familia y se interesó en él, estas personas vieron algo que los demás no veían y se lo llevaron a casa”, relata el adiestrador de perros Adrián Navarro.
CUATRO SEMANAS PARA PONERLE EL BOZAL
Como estrategia de trabajo con Byron, el adiestrador decidió positivizarle el uso del bozal de forma muy lenta y progresiva. “Tardamos casi un mes”, afirma Navarro.
“La primera semana retiramos la comida de su cuenco y convertimos el bozal (de reja) en su comedero. Al principio Byron se negó a comer, pero como es un perro muy glotón, al cabo de dos días accedió a comer su pienso en eso que él rechazaba y que sabía perfectamente lo que era… un bozal”, explica en COPE el adiestrador de este problemático rottweiler. El hambre pudo más que el rechazo y Byron empezó a acercarse al protector porque sabía que, para sobrevivir, tenía que comer lo que había en su interior.
EL PERRO ENCONTRABA SALCHICHAS EN EL BOZAL
Durante toda una semana utilizaron el bozal como cuenco de comida. Cuando se acostumbró a comer en él, comenzaron a meter salchichas por las rejas siempre que tenía metido el hocico completamente. “Fue así como el perro aprendió que, si dejaba el hocico dentro aparecía algo que le encantaba, como eran las salchichas. Esto nos costó otra semana de trabajo”, recuerda el fundador de Adiestramiento canino LOPECAN, Adrián Navarro.
La tercera semana fue dura porque el reto era complicado. “Había que dejar caer sobre la cabeza del perro las tiras del bozal y cada vez que lo hacíamos movía la cabeza para quitárselas. Conseguimos finalmente que dejara que las trinchas le rozaran porque cada vez que lo permitía, Byron era recompensado con comida a través de las rejillas del bozal” relata el experto.
ESTE PERRO TUVO UNA SORPRENDENTE REACCIÓN
La cuarta semana fue la más satisfactoria para la familia que había adoptado a Byron y para su entrenador. Y es que, por fin, consiguieron abrocharle el bozal. “Encargamos un bozal que se abrochaba con un corchete y, en cuanto sonaba el clic del enganche en la cabeza, le metíamos salchicha por la rejilla. Si no hacía por quitárselo, el perro era recompensado con carne cruda”, recuerda Navarro. En definitiva, Byron llegó a entender que si tenía puesto el bozal le llegaban cosas que le gustaban.
LOS PERROS DE MÁS DE DIEZ KILOS TENDRÁN QUE LLEVAR BOZAL
Durante la entrevista en COPE, el fundador de Adiestramiento canino LOPECAN añade: “En general, es bueno positivizar el bozal a nuestro perro, porque si quiero meterlo en el tren o en cualquier medio de transporte que así lo permita, tendrá que llevar bozal si el animal supera los diez kilos".
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