Sonidos imprescindibles de la Semana Santa en Lebrija

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La Semana Santa de Lebrija es una Semana Santa repleta de sonidos que la hacen diferente, especial, única. Y es que en Lebrija hasta los olores suenan, como suena el crujir de los rosquetes que los pequeños nazarenos y monaguillos van repartiendo durante las estaciones de penitencia.

En Lebrija, como en tantos otros sitios, suena el tintineo de los varales y el rachear de los costaleros, pero lo hacen a los sones de marchas lebrijanas, como la inmortal "Penas" de Gonzalo Sánchez, conocida popularmente como "la petenera". Suena al tintineo de los caireles que lleva la Borriquita. Suena a las ramas del Olivo que se doblan para cruzar el atrio de Santa María de Jesús. Suena al suspiro costalero para pasar por la estrechez de Alcaidía. Suena a las mujeres que entonan el himno de la Virgen del Castillo. Por sonar, suena hasta la luz de la mañana del Viernes Santo, que inunda el Barrio Nuevo cuando sale la Vera Cruz. Pero en Lebrija, sobre todo, se canta a Dios y a su Madre. Y no sólo con unas personales saetas, propias de uno de los enclaves fundamentales del flamenco, sino también con la alegría de los cantes festeros por bulerías al Cristo de los Gitanos. Con la peculiar Sentencia y Divina Justicia en la salida del Nazareno o con la solemnidad de una coral, en la singularísima Velación al Cristo Yacente en la Parroquia de la Oliva, verdadera Catedral del Bajo Guadalquivir. En una semana, Lebrija suena a Semana Santa. La Semana Santa suena a Lebrija.

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