Un italiano en Sevilla vive una escena en un bar de la ciudad que le escandaliza: "Después de las 12 del mediodía"

Los choques culturales son habituales en España, sobre todo cuando tienen que ver con la gastronomía; en el caso de Kekko, comparte su frustración al ver un gesto

Kekko y la escena en el bar

TikTok: @kekkoortalli

Kekko y la escena en el bar

José Manuel Nieto

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3 min lectura

Kekko, un italiano que se ha establecido en Sevilla, ha experimentado numerosos choques culturales desde su llegada a la vibrante ciudad andaluza. Sin embargo, uno de los momentos más escandalosos ocurrió una noche en un bar, donde una simple elección gastronómica puso de manifiesto las diferencias culturales que existen entre Italia y España.

Era una noche cálida, típica de Sevilla, y Kekko había decidido salir a disfrutar de la vida nocturna. Se encontraba en un bar popular del centro, rodeado de amigos. Todo parecía perfecto hasta que, de repente, sus ojos se posaron en una escena que le dejó perplejo. En una mesa cercana, un grupo de amigos se reía y charlaba animadamente, mientras uno de ellos pedía un capuchino. Pero no era un capuchino cualquiera; era ya pasada la medianoche.

El corazón de Kekko dio un vuelco. Para él, un capuchino no es solo una bebida, sino un símbolo de la cultura italiana, una tradición que tiene reglas muy claras. En Italia, un capuchino se toma solo por la mañana. Nunca después de las 11. En la tarde o por la noche, es casi un sacrilegio. Esta costumbre está profundamente arraigada en la vida cotidiana italiana, donde la hora y el tipo de café son casi sagrados.

Un capuchino

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Un capuchino

La frustración de Kekko no se limitaba a la simple elección de bebida. Para él, el acto de tomar un capuchino por la noche representaba una falta de respeto hacia la cultura del café. En Italia, entienden la gastronomía como una experiencia completa. Hay un ritual detrás de cada bebida. Un café después de las comidas, un capuchino en la mañana. Cada momento tiene su bebida adecuada.

Un italiano en Sevilla

Mientras observaba al grupo, se preguntaba si realmente sabían lo que estaban haciendo. ¿Acaso no eran conscientes de las normas no escritas que regían el consumo de café? La imagen del capuchino espumoso, adornado con una capa de cacao en polvo, contrastaba con el ambiente nocturno y festivo del bar. Era como si alguien decidiera tomar un cóctel de frutas a las 8 de la mañana en vez de un espresso.

Este episodio se convirtió en una metáfora de su experiencia en Sevilla, donde las normas culinarias son mucho más flexibles.  Esto le ha llevado a un viaje de adaptación que, aunque desafiante, también le ha enseñado a apreciar la diversidad gastronómica.

Sin embargo, no todo ha sido negativo. Kekko ha encontrado belleza en la forma en que los sevillanos disfrutan de la vida. La cultura de tapeo, la camaradería en los bares y la alegría en cada encuentro le han brindado un nuevo sentido de comunidad.

Mano de barista preparando café con leche o capuchino vertiendo leche haciendo arte latte

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Mano de barista preparando café con leche o capuchino vertiendo leche haciendo arte latte

A pesar de su frustración inicial, Kekko ha aprendido a no juzgar a los demás por sus elecciones gastronómicas. Cada cultura tiene sus propias tradiciones y ritmos, y eso es lo que enriquece la experiencia de vivir en el extranjero.

"Después de las 12 del mediodía"

Esa noche en el bar se convirtió en un momento de autodescubrimiento para Kekko. Aunque su corazón seguía apegado a las tradiciones italianas, comenzó a abrirse a la idea de que, a veces, las reglas pueden romperse.

La experiencia de Kekko en Sevilla es un recordatorio de que los choques culturales, aunque pueden ser desafiantes, también ofrecen oportunidades para el crecimiento personal y la apreciación de la diversidad. En un mundo cada vez más globalizado, aprender a aceptar y celebrar las diferencias es una de las lecciones más valiosas que uno puede recibir.