Valentín Barco tiene billete de vuelta

La colección de disparates que acumula el "nuevo" Sevilla comienza a rozar la irresponsabilidad. El caso más reciente es el de Valentín Barco, quien ya tiene billete de regreso tras firmar un estrepitoso fracaso. Barco e Iheanacho representan a la perfección el juego de apuestas inexplicables que el club asume con una mezcla de naturalidad y pasividad.

Barco llegó para cubrir la salida de Acuña. Su incorporación estuvo acompañada de las habituales alabanzas de la dirección deportiva, que pronosticaban la irrupción de un jugador fuera de catálogo, una perla que el Sevilla habría birlado al resto de clubes. "Una oportunidad de mercado brillante que dará mucho que hablar", se decía entre susurros en las esquinas, respaldados por los informes que adornaban la mesa presidencial. Sin embargo, bastaron diez minutos en su debut para dejar claro que, aunque podría aportar cosas en ataque, confiarle tareas defensivas sería una temeridad.

La falta de solidez, la carencia de recursos defensivos y un ego desmedido han apartado al argentino de los planos del entrenador. Ni ha jugado ni parece que vaya a jugar. Las estadísticas lo confirman; no es una interpretación. Es evidente que García Pimienta lo ha descartado por completo, y no sin razón. Por su parte, el jugador lleva tiempo mentalmente fuera del proyecto. Barco tiene cerrado un billete de regreso inmediato porque, para ninguna de las tres partes implicadas, resulta lógico prolongar esta situación absurda. Su intención es salir cuanto antes, y el Brighton intentará colocarlo en otro destino. Así, el Sevilla buscará más sitio libre para apuntalar al equipo. Se devuelve a los corrales y que pase el siguiente, con el evidente desgaste de la entidad. De Iheanacho y las escasas esperanzas por recuperarlo hablaremos otro día.