El control parental del móvil, herramienta básica contra el acoso escolar
La Policía Nacional da charlas en los colegios para prevenir el bullying. La educación es la herramienta clave en una sociedad con contenidos violentos cada vez más accesibles
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El curso pasado se comunicaron 359 problemas de convivencia en los colegios aragoneses y 274 de ellos se plantearon como posible acoso escolar. Según los datos del propio Gobierno de Aragón, hubo 24 víctimas de bullying. La educación sigue siendo una de las piezas clave para prevenirlo.
La Policía Nacional da charlas en los colegios, tanto a estudiantes como a familias sobre cómo detectar y corregir este problema. Desde COPE Zaragoza, hemos asistido a una de esas sesiones, en las que Carlos Franco, delegado de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, explica de forma didáctica qué se esconde detrás de este fenómeno.
El acoso es más que un conflicto puntual: “son agresiones físicas o psicológicas que se repiten en el tiempo”, explica. Con una peculiaridad, y es que “con nuevas tecnologías, hay nuevas formas de hacer daño”. Y es que el acoso no se limita ahora al entorno escolar. “Es muy posible que en whatsapp, instagram u otra red les sigan insultando, por lo que si la situación de por sí ya es grave, puede ser insoportable”, lamenta.
La víctima suele dar señales de alerta que deberían alarmarnos. “El indicador más potente es que no quiere ir al colegio, van a tratar de evitarlo como sea”, indica Franco. Una de las excusas más recurrentes es que se encuentran mal y, si les forzamos, seguirán dando avisos de que algo no está bien. “Baja el rendimiento escolar, tiende a dejar a su grupo de amigos, a aislarse”, advierte.
Franco nos recuerda que decirle aquello tan popular y que, seguramente todos hemos oído alguna vez de “si te pegan, pega”, no es buena idea. “Por mucho que me digas que me defienda, si yo no soy capaz de tener una respuesta agresiva, voy a sentir más presión y entonces lo que haré sera ocultar lo que me pasa”, señala este experto, quien recuerda, además, que “esto no es la jungla, tenemos unas normas y unos protocolos”.
Por eso, el consejo más importante es que cuenten lo que les sucede. “Tienen que saber que no están solos, que tienen alrededor a mucha gente que les quiere, profesores, familias... y ser capaces de pedir ayuda, porque podemos solucionarlo”, recuerda Franco. Una recomendación que hace extensiva también a los posibles testigos. “Si quien lo sufre no es capaz de contarlo, pueden hacerlo ellos, les va a ayudar muchísimo”, insiste. Porque, además, “el silencio hace cómplices, hacemos mucho hincapié en que deben toar partido”.
BOMBARDEO DE CONTENIDO VIOLENTO
En las charlas en los colegios, la Policía Nacional hace hincapié en que los agresores también son niños y la solución, por tanto, debe ser educativa “Deben de ser conscientes de que el ambiente en el centro depende de ellos y trabajar la empatía porque, si se ponen en la piel del otro, posiblemente no lo harían”, señala Franco.
Hacerles conscientes de que se han equivocado es fundamental para “recuperar a estos menores para esa clase y ese colegio”. Franco advierte de que el agresor también puede estar pasándolo mal porque, en ocasiones, vive violencia en su casa y “saca toda esa mala leche” en el colegio. Otras veces, esconde una educación muy permisiva y sin límites.
Pero tampoco debemos minimizar el efecto que la exposición constante a la violencia supone para los niños. “Hablamos de una hiperestimulación, tenemos que ser conscientes de lo que están viendo”, señala este policía, ya que “la capacidad de acceso a contenido violento si no les ponemos ningún filtro es enorme, tanto en televisión, como en videojuegos y redes sociales, si estamos acostumbrados a ver eso, dos empujones o un golpe en el patio de colegio no nos impacta como debería”, lamenta.
En este sentido, Franco tiene claro que el control parental de los móviles es una herramienta básica. “No es que podamos controlar sus teléfonos, es que es nuestra obligación”, dice tajante. “Les estamos dando una ventana al mundo con un bombardeo constante de contenido frente al que se pasan horas, las redes sociales no deberían permitirse antes de los 14 años pero la mayoría con 11 tienen un teléfono y no están maduros para ello”, advierte.
Algo que se refleja, por ejemplo, en prácticas como compartir fotografías sexuales con la pareja. “Es una práctica de riesgo y totalmente desaconsejada, pero lo hacen a edades cada vez más tempranas”, señala. De ahí se deriva el 'sexting', cuando alguien comparte esas imágenes con sus compañeros, especialmente tras la ruptura.
Franco pone el foco el cómo las familias afrontan estos casos. “La víctima ya tiene bastante castigo, está sufriendo y su imagen circulando, como padres no podemos decir que la culpa es de ella por haberlo compartido, los chavales deben entender que compartir ese contenido es un delito”, apunta.
En este sentido, también recuerda que los adultos “nunca podemos justificar motes, bromas o que se le haga el vacío a alguien”. La educación sigue siendo la clave. Y de lo que aprendan en casa dependerá, en gran parte, cómo se comportan.