Las campanas de las iglesias zaragozanas tañen en solidaridad con la España vaciada
Así lo pidió el Arzobispo de Zaragoza, D. Carlos Escribano, coincidiendo con el segundo aniversario de esta revuelta y de la multitudinaria manifestación del 31 de marzo de 2019

Las campanas del Pilar han sonado este mediodía durante 5 minutos en apoyo a la 'España Vaciada'
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Las campanas de las iglesias de Zaragoza han sonado durante 5 minutos, en solidaridad con los colectivos y plataformas sociales que denuncian la situación en la que se encuentran los pueblos de la llamada 'España vaciada'. Asi lo pidió ayer el Arzobispo de Zaragoza, Don Carlos Escribano, a todas las parroquias de la diocesis coincidiendo con el segundo aniversario de esta revuelta y de la multitudinaria manifestación que el 31 de marzo de 2019 recorrió las calles de Madrid. Un toque de campanas convocado en toda España para visibilizar el problema de la despoblación en el mundo rural.
En estos dos años, no ha cesado el ímpetu reivindicativo de las gentes de las provincias implicadas en la actividad de la España vaciada, en la que juega un papel singular la provincia de Teruel. A pesar de la situación de pandemia actual, son numerosas las plataformas de todo el país que quieren dejar oír su voz en este segundo aniversario.
Monseñor Escribano recuerda que sigue "muy vigente" la carta pastoral 'Nazaret era un pueblo pequeño', publicada por los obispos de las seis diócesis aragonesas en diciembre de 2019, sobre la Iglesia en Aragón al servicio del mundo rural.
Urgidos "por la necesidad de ofrecer un rayo de luz y de esperanza ante la situación grave de la despoblación en nuestras diócesis", los obispos ofrecen en 41 páginas y 122 puntos orientaciones clave para "la evangelización y la acción pastoral en los pueblos poco habitados". Entre las conclusiones, se habla de la necesidad de acercarse a "cada comunidad y contemplarla como un pequeño brote, alimentada y sostenida por la Palabra y el Cuerpo de Cristo, partido y repartido", como primer signo de esperanza.
"Los gozos y esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo", subraya Escribano, recordando el mensaje del Concilio Vaticano II.