La tercera víctima del caso Badoo señala a los acusados y él se declara culpable

Este lunes ha comenzado en Zaragoza el tercer juicio por el caso Badoo. Los acusados, Mohammed Achraf y Candy Arrieta, ya cumplen condena por matar y enterrar vivo a un empresario vasco; y por robar con violencia a un vecino de La Almunia. En ambos casos contactaron con ellos a través de la red social Badoo, utilizando la foto de ella como señuelo. Se enfrentan ahora a otros 15 años de prisión por robar, agredir y retener contra su voluntad a una tercera víctima con el mismo modus operandi.

En la primera sesión del juicio, Mohamed Achraf tenía tanta prisa por confesar que apenas ha dejado empezar al juez. "Yo no soy inocente, soy culpable, se lo digo directamente", le ha dicho al magistrado cuando éste apenas había comenzado a explicarle sus derechos. El acusado tenía mucho interés en dejar claro que no lo hizo solo, que él y Candy lo planearon juntos.

A preguntas de la Fiscal, ha admitido que ambos crearon un perfil de Badoo para contactar con hombres y que, en este caso concreto, quedaron con la víctima en la estación de tren de Luceni. También ha reconocido que le ataron las manos con bridas, que le pusieron una capucha en la cabeza y lo introdujeron en el maletero del coche en el que lo trasaladaron a la nave donde ambos vivían. Allí, le robaron el dinero en efectivo que llevaba encima, más de 500 euros.

También le pidieron el pin de la tarjeta aunque, según su versión, no llegaron a ir a ningún cajero porque la víctima les dijo que no tenía dinero,. Además, le llegaron a pedir el teléfono de sus familiares con la intención de pedir un rescate pero desistieron porque, según ha reconocido, la víctima les dijo que tampoco tenían dinero.

Achraf niega categóricamente que la acusada, a quien conoció a través de la misma red social que utilizaron después para contactar con sus víctimas (Badoo), hiciera nada contra su voluntad. Y es que Candy Arrieta, como en los juicios anteriores, sostiene que él la pegaba y que le amenazó con matar a sus hijos. Según su versión, él la contrató para cuidar de sus hijos y se comportó "como un buen jefe" hasta que descubrió que ella seguía chateando con otros hombres. "Me rompió el teléfono, me quitó el pasaporte, se convirtió en mi dueño", ha asegurado.

Achram ya había sido condenado por violencia de género y portaba un dispositivo geolocalizador que fue clave en el juicio por asesinato por el que ambos fueron condenados a 36 años de prision. Ya en aquel juicio, Candy le acusó de tenerla secuestrada bajo amenazas, algo que descartó la Guardia Civil tras el operativo de vigilancia previo a su detención. "Estaba dispuesto a comerme todo el marrón para libarla a ella pero no esperaba que fuera con mentiras de que la tenía secuestrada o amenazada", ha declarado Achram en el juicio.

Asegura que ella podía moverse "con total libertad" aunque sí ha reconocido que, al enterarse de que ella "se escribía con hombres" empezó a controlar su teléfono, llegando incluso a hablar con alguno de sus contactos para decirles que era su mujer. "Cualquier hombre tiene celos, si amas a una persona, no quieres que tu mujer se acueste con otro", ha relatado, al tiempo que ha negado haberle pegado nunca.

En cualquier caso, Arrieta ha declarado que no participó en los hechos de ninguna manera. Algo que desmiente la propia víctima, Julián López, que ha señalado a ambos acusados "sin ninguna duda" como las personas que le retuvieron contra su voluntad y le pegaron para robarle. De hecho, asegura que fue ella quien le apuntó quien le pegó una patada en la espalda y quien le apuntó con una pistola y le amenazó con matarle y tirarle a un río.

La víctima asegura que le sometieron a vejaciones e insultos. "Me dijeron 'como no tienes dinero te vamos a matar, hijo de puta", ha relatado este hombre, visiblemente afectado al recordar los hechos. Asegura que temió por su vida. "Estoy vivo de churro", relata. De hecho, cuando le pidieron el teléfono de sus familiares con la intención de pedir un rescate, se negó porque pensó que entonces le matarían a él y a su familia.

Necesitó 195 días para recuperarse de las lesiones física. Y continúa en tratamiento psicológico. "Estuve un año sin salir de casa y durmiendo con un cuchillo bajo la almohada, aún tengo miedo", ha confesado. Desde que sucedieron los hechos, en septiembre de 2019, no ha podido relacionarse con otra mujer.

Síguenos en Twitter y Facebook