Así son los adoquines de latón que homenajean a los gijoneses deportados a campos de concentración nazis
La ciudad asturiana reparte ‘stolpersteines' para recordar donde nacieron, trabajaron o vivieron los vecinos de la ciudad que estuvieron en Mauthausen, Gusen, Ravensbrük, Dachau, Buchenwald, Bergen-Belsen o Neuengamme

Así son los adoquines de latón que homenajean a los gijoneses deportados a campos de concentración nazis
Asturias - Publicado el
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'Stolperstein' es un proyecto que ideó el artista alemán Gunter Demnig para conmemorar a las personas deportadas a los campos de concentración nazi. Nació los años 90 en Colonia y se ha ido extendiendo a otros lugares de Europa. A Gijón llegó en 2022 y se ha completado, con el homenaje a los 34 vecinos de la ciudad que estuvieron en Mauthausen, Gusen, Ravensbrük, Dachau, Buchenwald, Bergen-Belsen o Neuengamme.
¿En qué consiste? Son pequeños adoquines -'stolperstein' es una palabra alemana que significa 'piedra que puede hacer tropezar'- en forma de cubo, de 10 centímetros por cada lado. Uno de ellos, el que queda a la vista, es de latón; y en esa cara, se graban los datos biográficos de la persona deportada a los campos de concentración. En Gijón, están ubicados en los lugares donde nacieron, vivieron o trabajaron estas personas.

Stolperstein de Juan Díez, en la calle Santa Elena, en Gijón
El primero fue el de Olvido Fanjul. Nació en 1910 y vivió en La Calzada, en la calle Rufino García Sotura. Fue deportada, en 1943, a Ravensbrük, un campo de concentración ubicado 90 kilómetros al norte de Berlín. Sobrevivió, fue liberada por las tropas soviéticas y se fue a vivir a Francia, hasta 1963, cuando regresó a Gijón -donde falleció, a los 90 años, en 2001-, junto a su marido y sus tres hijos.
"Un homenaje Bien merecido"
Una de esas hijas, Eloína, aseguraba en el momento de la colocación del 'stolperstein' que "es un homenaje para mi madre y, en parte, para mi padre también" y lamentaba que "esto se tendría que haber hecho hace tres o cuatro décadas". Sin embargo, celebraba que "es un bonito y bien merecido acto". El ideólogo del proyecto, Demnig, fue el encargado de colocar ese primer adoquín.