La osa 'Tola' regresa a su casa de Proaza seis años después de su muerte: así quedará expuesta
El esqueleto del animal ha sido recuperado y está expuesto para los visitantes
Oviedo - Publicado el
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Seis años después de su muerte, la osa 'Tola' ha vuelto a Proaza. Sus restos óseos han sido recuperados en el Centro del Mar de Gijón tras un minucioso trabajo del técnico José Antoni Pis que ha dedicado su tiempo libre a recomponer el esqueleto del emblemático animal. La tarea de montaje, pieza a pieza, también ha sido laboriosa pero, al fin, está completada. La Fundación Oso Asturias que dirige José Tuñón muestra ahora el resultado a todos los visitantes que se acerquen hasta la Casa del Oso.
Tola, a cuatro patas
"Ha quedado muy bien", ha asegurado en COPE Tuñón. El esqueleto de 'Tola' se encuentra protegido por una urna de cristal y se expone junto a dos huellas a tamaño real del animal. La postura, a cuatro patas, evidencia los problemas óseos que tuvo la osa y que acabaron con su vida. "Es un trabajo fantástico y laborioso", afirma Tuñón que agradece a Pis la labor realizada. El técnico de la Casa del Mar de Gijón también montó en su día los restos del oso macho que exhibe desde hace años la sede de la Fundación Oso Asturias y que es algo más grande que su nueva compañera de sala.
Paca, una 'abuela muy viejita'
'Tola' falleció en 2018, tenía 29 años. Su hermana 'Paca' ha cumplido 35 y permanece aún en el cercado de Proaza junto a Molina, otra osa parda. Tuñón ha contado en COPE que 'Paca' no muestra síntomas que indiquen problemas de salud aunque está "muy viejita". Es una "abuela bastante mayor" que pasea en las horas de sol y pasa las tardes acostada. "Tiene una actividad muy limitada", asegura. Su compañera de cercado, Molina, está en hibernación desde el pasado 29 de noviembre. Habitualmente se despierta en el mes de marzo.
Todo un símbolo
'Paca' y 'Tola' son mucho más que dos osas pardas. Representan el símbolo de la recuperación de su especie, en peligro de extinción. Perdieron a su madre con tan solo cinco meses de vida. La mataron unos cazadores furtivos y ellas fueron encontradas en 1989 en Cangas del Narcea. Las dos oseznas fueron entregadas al Fondo Asturiano para la Protección de Animales Salvajes (FAPAS). Tras permanecer acogidas durante un tiempo en Cataluña y pasar por el Parque Cinegético Nacional de El Hosquillo, en Cuenca, regresaron a Asturias para habitar en los Valles del Trubia.