San Salvador de Cornellana, mil años en el Camino de Santiago

Mil años han pasado desde que el 31 de mayo del 1024 la Infanta Cristina, hija del rey Bermudo II, cediese a la Iglesia el conjunto de propiedades que dio origen al Monasterio de San Salvador de Cornellana, en el concejo asturiano de Salas.

Declarado Monumento Nacional en 1931 y reconocido en 2015 como Patrimonio Mundial de la Humanidad por su integración en el Camino Primitivo de Santiago, al que estuvo vinculado desde sus orígenes, poco a poco empieza a recuperar su viejo esplendor, tras años de abandono.

En la primera y segunda fase de rehabilitación, todavía en ejecución, se llevan invertidos unos cuatro millones de euros que han permitido salvar el edificio de la ruina, pero sigue pendiente una tercera, en la que debe fijarse el uso que garantice la continuidad su continuidad para "los próximos mil años", como apuntaba en el acto conmemorativo del Milenario, el presidente del Principado, Adrián Barbón.

Tenemos que buscar la manera de financiar esa tercera fase", aseguró Barbón, recalcando que, "sobre todo, tenemos que buscar la manera de definir qué usos son aceptables". Para ello, plantea consensuar con todas las partes implicadas, especialmente el Arzobispado de Oviedo como titular de la propiedad, cómo "llenar de vida" el Monasterio, "más allá de las funciones que ya tiene como servicio parroquial".

Unos usos que, para el alcalde de Salas, Sergio Hidalgo, deben de estar centrados en su vinculación al Camino de Santiago, por lo que plantea la creación de "un centro de hospedería importante" que, incluso, pudiera estar integrado en la red de Paradores Nacionales.

Tras el acto institucional, en el que se ha descubierto una Medalla de Bronce Conmemorativa del Milenario, el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes, presidió una misa en la Iglesia del Monasterio.

Tras su fundación en el año 1024, el biznieto de la Infanta Cristina, Suero Vermúdez, y su mujer donaron el Monasterio a la Orden de Cluny en el año 1122. En 1126, el Rey Alfonso VII crea el Coto de Cornellana, en virtud del cual todos los residentes quedaban bajo la jurisdicción del Abad.

En el siglo XIV, disminuye el poder de orden de Cluny, quedando el Monasterio inmerso en las luchas nobiliarias que acaecen en el Principado de Asturias. En 1536, el Monasterio pasa a formar parte de la comunidad benedictina de Valladolid que acomete la reedificación de todo el complejo, adosando la fachada actual sobre la antigua románica.

A comienzos del siglo XIX, durante la Guerra de la Independencia, los ocupantes franceses utilizaron el Monasterio como caballerizas, incendiándolo a su marcha. Posteriormente, durante la Desamortización, el edificio se vendió a particulares, llegando a albergar una fábrica de manteca.

En 1878, la Iglesia consiguió comprar nuevamente el Monasterio, que pasó a manos del Obispado de Oviedo. En 1931, durante el primer gobierno de la II República española, el Monasterio es declarado Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural por su singular valor.

Durante la Guerra Civil, el Monasterio es utilizado por ambos bandos y, tras finalizar la contienda, en 1939, el arquitecto Luís Menéndez Pidal lleva a cabo la restauración de la iglesia, la torre románica y parte del claustro.

En el último tercio del siglo XX, el Monasterio sufrió un abandono considerable, que continuó hasta bien entrado el siglo XXI. La falta de atención y cuidados provocó el progresivo deterioro del edificio, con la aparición de humedades y abundante vegetación.

En 2015, la UNESCO declaró el camino primitivo de Santiago con sus iglesias, hospitales, albergues y demás infraestructuras, como Patrimonio de la Humanidad, incluyendo al Monasterio en esta consideración. Ese mismo año, arrancan, por fin, las obras de rehabilitación que aún continúan, financiadas por el Gobierno de España y el Principado de Asturias.