INMIGRACIÓN
Una argentina emigra a Canarias y sale adelante gracias a la ayuda de una parroquia: "La vida sorprende"
Valeria Pena despegó de su país con su familia a cuestas, muchas esperanza y el temor de visitar una tierra desconocida
Gran Canaria - Publicado el - Actualizado
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Valeria Peña llegó a Gran Canaria desde Argentina con su familia, un avión sin billete de vuelta, con pocas pertenencias, una idea del estilo que vida que hay en la isla y la premisa de comenzar de nuevo. Una aventura arriesgada y tan reflexionada como indeseada, porque es muy duro dejar atrás todo aquello que quieres para comenzar un nuevo proyecto de vida sin expectativas de ningún tipo.
Su historia refleja las luces y las sombras de miles de personas que, en busca de un futuro mejor, dejan atrás su hogar, sus raíces para enfrentarse a una forma de vida cargada de incertidumbre.
"LO MÁS EMOCIONANTE FUE EL APOYO DE LA PARROQUIA"
En Herrera, en COPE Gran Canaria, hablamos con ella y nos asegura que su primer contacto fue mucho mejor de lo esperado. "Viajamos con una carta del párroco de nuestra Iglesia", algo que le dio cierta tranquilidad y confianza, pero la misiva podría haber caído en saco roto.
No fue así, "lo primero que nos encontramos fue el gran apoyo de la parroquia a la que asistimos, fue sorprendente e incluso emocionante cómo nos recibieron, dotándonos de todo tipo de facilidades desde todos los puntos de vista".
Estas comunidades no solo le ofrecieron ayuda material, sino un refugio emocional en un momento de absoluta vulnerabilidad: "Nos hicieron sentir en casa".
Los primeros años fueron complicados "agridulce". Tanto ella como su marido aceptaban trabajos sin titulación alguna: labores agrícolas, cuidados de personas mayores y limpiando casas… pero siempre con el apoyo de la comunidad eclesiástica y otros ciudadano, que reconocieron su situación se apuntaron en ayudarlos para hacerlos sentir como en casa.
"Fueron tres años y medio de experiencias maravillosas, pero también en otras donde nos explotaron laboralmente, asegura con pena. "No recibimos malos tratos, pero sí nos enfrentamos a desigualdades, en las horas trabajadas y en el salario percibido.
"Lo QUE MÁS PREOCUPA AL EMIGRADO ES LA DEPORTACIÓN Y EL DESARRAIGO DE TODO LO QUE DEJA ATRÁS"
La experiencia le sirvió para entrar como voluntaria en la Pastoral de Migraciones de Las Palmas, donde trabaja con familias que viven la misma situación que ella hace años. "Es algo que hago de corazón, pasar por la experiencia de emigrar es un trago amargo y lo más preocupante es la sensación de soledad y desarraigo que tiene la persona que emigra así como la posibilidad de que sea deportado al país de donde quieres huir".
A pesar de las dificultades, Valeria y su familia han logrado construir una vida en su nuevo país, "lo que queremos es aportar y levantar todos juntos este país maravilloso". Su historia es un testimonio de resiliencia y una invitación a reflexionar sobre las condiciones en las que miles de personas emigran en busca de una vida mejor.
El relato de Valeria es una entre muchas. Es el recordatorio de que detrás de las estadísticas y los titulares hay personas que, con esfuerzo y dignidad, transforman su sufrimiento en una historia de superación y contribución a un nuevo hogar.