Juanjo Ramos: "El relato del nuevo Tenerife ha muerto"

“Y decían que nada había cambiado”, nos repetían con aires de superioridad desde los altavoces mediáticos del nuevo régimen. Con la prudencia y el tinerfeñismo por bandera, advertimos con la boca chica que no todo era perfecto. Pero aquellas diez jornadas nos obnubilaron, inflaron las expectativas. “Esto sí son fichajes buenos, y no los de antes” o “Garitano ha hecho olvidar en mes y medio a Ramis”, clamaron entonces.

Hoy, 39 jornadas después, el Tenerife está un punto peor, 52 a 53, que la temporada pasada. La de Ramis y Cordero, también con un sinfín de lesiones y la resaca depresiva del no ascenso ante el Girona. Con un cambio de consejo en medio. Con fichajes que aportaron poco en invierno, como los de Salas y Durmisi. Los de este año, Rahmani y Álvaro Jiménez, han venido a sumar más o menos lo mismo: nada.

Aquello puso en guardia al anterior entrenador, que decidió tomar el mismo camino que el director deportivo. Los nuevos dirigentes vieron una oportunidad de marcar el antes y el después. De empezar su proyecto aprovechando lo bueno que habían hecho otros, la base de la plantilla actual, pero con su propia dirección deportiva y un entrenador elegido por ellos. Y se coronaron, claro.

Porque es verdad que la elección de Asier Garitano ya parecía un error y ha terminado saliendo mal. Pero del entrenador hemos hablado ya mucho. Ayer, fue un día más en la oficina: Nacho por delante del lateral. Luismi Cruz suplente. Buñuel los 90 minutos. Álvaro Jiménez antes que Teto. Bodiger por Corredera. Los 2 delanteros fuera en el 82 perdiendo 2-0.

Por eso hay que poner el foco en otros lugares. Porque Guerrero, Mauro, Garrido o quien quiera que sea que tome las decisiones, no solo tendrá que elegir a un buen entrenador. También tendrá que meter bisturí en una plantilla donde hay jugadores sobrevalorados y puestos con necesidades evidentes.