Diócesis
"La vida de D. Damián es un ejemplo de los milagros que puede hacer Dios con las personas"
Bernardo Álvarez elogia el legado del obispo emérito de Tenerife durante en su entierro en la Catedral de Huesca
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
La Catedral de Huesca ha acogido este jueves el rito de las exequias de Damián Iguacen Borau, obispo emérito de Tenerife que falleció el martes 24 de novimebre a los 104 años, siendo el prelado más longevo de la Iglesia católica. Sus restos reposanya en la capilla del Pópula, tras la misa funeral presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella.
En la ceremonia también concelebraron el arzobispo de Zaragoza y los obispos de Huesca y Jaca, Barbastro-Monzón y Tenerife. El prelado nivariense, Bernardo Álvarez, intervino al final de la Eucaristía y antes del entierro para elogiar el legado de don Damián Iguacen, que pastoreó las islas de Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro entre 1984 y 1991.
"Cuando uno contempla la vida de D. Damián, con 104 años, casi 105, nacido en Fuencalderas, un pequeño pueblo de Aragón, criado en el seno de una familia sencilla y humilde, se da cuenta de las cosas tan grandes que puede hacer Dios con las personas. Es el Señor quien lo ha hecho. Es un milagro patente la vida de este hombre. Pero para hacer ese milagro en D. Damián, Dios se ha valido de muchísima gente a lo largo de su vida. Primero, sus padres. Pero también el sacerdote de su pueblo, sus catequistas, los formadores del Seminario, etc.", destacó.
Bernardo Álvarez aseguró que "D. Damián fue instrumento de Dios en favor de miles y miles de personas en todo el mundo. No solo en las diócesis donde ha ejercido su ministerio como sacerdote y obispo, sino también en otros tantos lugares donde ha podido dar charlas, ejercicios espirituales, etc. Asimismo, escribió diferentes libros que leen muchísimas personas en todo el mundo".
Por todo ello, "con María, proclamamos la grandeza del Señor. Damos gracias por todos los que hemos experimentado ese regalo de Dios que ha sido D. Damián. Pero también agradecemos que, a lo largo de su vida, al igual que María, supo ir diciendo 'aquí estoy, haz conmigo lo que tú quieras. Estoy a tu disposición. Hágase en mí según tu palabra'. Y gracias a esa disponibilidad que él llamaba incondicionalidad, ha sido posible el gran bien que nos ha dejado a todos los que hemos entrado en contacto con su persona", subrayó.
En este sentido, monseñor Álvarez dio "gracias por todas las personas que Dios puso en su vida para que fuera realizando la vocación a la que estaba llamado. Y también damos gracias por todo el bien que ha derramado por el mundo entero. Su 'sí a Dios' es lo que hizo ese gran obispo que hemos conocido. El último de todos y el servidor de todos, como rezaba su lema episcopal".
Durante la misa exequial, las campanas de la Catedral de La Laguna doblaron en señal de duelo y de memoria por su obispo emérito.