RELIGIÓN
La Catedral de La Laguna acoge una misa funeral por las víctimas del coronavirus
Han asistido familiares de los fallecidos, profesionales sanitarios, efectivos de los cuerpos de seguridad y varias autoridades
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Catedral de La Laguna acogió este sábado una misa funeral por las 117 víctimas de la Covid-19 en la diócesis. El obispo nivariense, Bernardo Álvarez, presidió la celebración a la que pudieron asistir dos miembros de cada una de las familias de los fallecidos en esta emergencia sanitaria.
Dentro de los límites de aforo, han estado presentes familiares de las víctimas de la pandemia, así como representantes públicos de los municipios, del Gobierno central, el Ejecutivo regional y los Cabildos de Tenerife y La Palma.
También han asistido profesionales del Servicio Canario de Salud y miembros del ejército y de los cuerpos y fuerzas de seguridad.
En la liturgia eucarística han participado un familiar de los difuntos, un paciente que ha superado la enfermedad, un médico, religiosas presentes en asilos de ancianos y voluntarios de la pastoral de la salud y de Cáritas.
La parte musical correspondió al coro Epifanía que, debido a las medidas sanitarias, solo pudo contar con una representación del conjunto.
Un gesto significativo de esta celebración ha sido la presencia de 118 velas encendidas; 117 por cada una de las personas difuntas contabilizadas en nuestra provincia y una más, como se apuntó en la monición, simbolizando esos desconocidos que quizás no pudieron ser diagnosticados a tiempo. Las velas formaron una cruz luminosa en el ante presbiterio junto al Cirio Pascual, signo de Cristo Resucitado.
En la parte final de la eucaristía, introducida por un familiar, se oró por el eterno descanso de los difuntos a través de un texto del jesuita José María Olaizola y una interpretación musical de una solista al violín.
El obispo, en su homilía, quiso resaltar la promesa de Dios de darnos la vida eterna. Álvarez comenzó haciendo referencia a la obra de misericordia de enterrar a los muertos, apuntando que este hecho es una de las más profundas expresiones de la dignidad humana y de la conciencia de que hay vida más allá de este mundo.
"En cierto modo, forma parte del ADN del ser humano. Si hoy podemos rastrear los orígenes de la humanidad en África y sus posteriores desplazamientos por todo el planeta, es gracias a que no se abandonaba a los muertos, sino que se hacían ceremonias de despedida y se les daba sepultura en lugares preparados para ello. Incluso, se les ponía alimentos y otras pertenencias para el viaje a la otra vida. De esto es especialmente significativa la cultura egipcia", ha subrayado.
El prelado quiso partir de esta introducción para explicar el sufrimiento que han vivido muchos familiares durante estos meses, al no poder despedir a sus seres queridos en la forma que acostumbramos hacerlo.
A la luz del evangelio proclamado, el obispo continuó destacando que en medio del dolor, surge la esperanza cristiana. "Esta esperanza no es una ilusión. No es una especie de consuelo para soportar el dolor del momento. Esta esperanza, como toda esperanza cristiana, se apoya en la fe, en la confianza que tenemos en la palabra del Señor y en que Él cumple su promesa".
Al hilo de esta idea, Monseñor Álvarez recordó las palabras de San Pablo para señalar que por la fe sabemos que quien resucitó al Señor también con Jesús nos resucitará. "Por eso, no nos desanimamos. Tenemos un sólido edificio construido por Dios, una casa que no ha sido levantada por mano del hombre y que tiene una duración eterna en los cielos”.
El prelado concluyó afirmando que independientemente de la situación que nos toque vivir, sabemos que el Señor es nuestro pastor y con él a nuestro lado nada debemos temer. "Que encontremos en Dios el alivio que necesitamos en estos momentos".