La imposible misión de encontrar un piso de alquiler en el sur de Tenerife

Encontrar hoy por hoy un alquiler a precio razonable para una vivienda de uso residencial en el sur de Tenerife es una misión prácticamente imposible. Una realidad que esta afectando directamente a nuestra industria turística, y que está haciendo que muchas empresas no puedan contar con personal cualificado, porque estos profesionales desisten en muchos casos, por esta circunstancia, y por los problemas de movilidad que existen en la isla.

Los alquileres en zonas aledañas y el algunos casos alejadas de los grandes centros turísticos, en localidades como Buzanada o San Isidro, pueden superar los 800 o 900 euros, con lo que un trabajador con un sueldo medio se vería obligado a destinar el 75% de su nomina al pago del alquiler. Una situación que ha llevado a patronal y sindicatos a reunirse con las autoridades implicadas, empanzando por un encuentro esta semana con la alcaldesa de Arona Fátima Lesmes, y que continuará con una reunión con el consejero de Obras Públicas, Vivienda y Movilidad del Gobierno de Canarias Pablo Rodríguez el próximo día 13 de septiembre.

Con este contexto de fondo, Rebeca, una trabajadora del sector turístico, nos ha contado su experiencia en primera persona en Herrera en COPE Tenerife. Nuestra protagonista tuvo que abandonar el piso en el que vivía de alquiler en San Isidro, en el municipio de Granadilla porque “de un día para otro, el propietario empezó a darme excusas, y lo que realmente quería era aplicarme una subida muy importante del alquiler, porque ese piso, en este momento, puede alquilarlo por el doble de precio”.

A partir de ahí, comenzó su particular calvario, ya que “la situación está muy cruda, muy complicada, porque no puedo pagar algo yo sola y tengo un hijo y, o compartes piso o es imposible”. Todo ello, a pesar de que Rebeca, tiene un contrato estable e indefinido y lleva 8 años trabajando en la misma empresa. A pesar de ello, lamenta “todos los alquileres en todos los municipios del sur son inasequibles, están al doble de cómo estaban hace unos años” y eso lleva aparejado que tendría que emplear, “más de la mitad de la nomina”.

Así las cosas, no le ha quedado más remedio que recurrir a una solución de urgencia: “el ex novio de mi madre me ha prestado una habitación para que podamos vivir mi hijo y yo, y tengo todas mis cosas en un trastero guardadas”.

A pesar de todos estos inconvenientes, Rebeca no pierde la esperanza: “tengo fe en que en algún momento, alguien me de un precio razonable y pueda vivir tranquila, aunque sea hasta en Candelaria en Güímar”.