La nueva forma de 'okupación' que amarga la vida de una propietaria en Canarias: “De guante blanco y finolis”

Una enorme desprotección. Un sentimiento de sentirse desamparados por el ordenamiento jurídico. Eso es lo que sufren muchos propietarios de pisos en España, que se sienten indefensos ante la posibilidad de que alguno de sus inquilinos acabe por no pagarles el alquiler, convirtiéndose en una figura cada vez más repetida en nuestro país, y Canarias no es una excepción, la del ‘inquiokupa’. 

Esa persona, que por razones de diversa índole, y bajo el paraguas que le otorga una normativa laxa y permisiva con el que incumple sus obligaciones contractuales, acaba incurriendo en este vicio, que deja sin instrumentos al propietario para luchar por sus intereses. O por lo menos los difiere eternamente en el tiempo por mor de la lentitud de los procesos judiciales.

No son pocos los casos que se producen, y que hemos denunciado en COPE Canarias. No son pocos los casos de pequeños ahorradores, que han comprado una segunda vivienda para asegurarse una entrada económica adicional que le proporcione una vida digna, por ejemplo, cuando llegue su vejez y no tengan que depender de una pensión. O que simplemente tienen esa segunda propiedad por herencia familiar, y con toda legitimidad quieren sacar un rédito económico que les permita una existencia más acomodada.

el problema de las viviendas vacías

Pero sea cualquiera que sea el caso, la realidad es que esta regulación jurídica está `propiciando que muchos propietarios, reiteramos, pequeños propietarios que son la inmensa mayoría en Canarias y no fondos buitre, saquen sus viviendas del mercado. Según datos del Instituto Nacional de estadística, en Canarias, se calcula que 1 de cada 5 viviendas está vacía. Pero es que, además, el censo de población y viviendas que elabora el INE, sitúa a Santa Cruz de Tenerife entre las capitales de más de 200.000 habitantes con mayor porcentaje de viviendas vacías, con un 17,3%.

Y estos datos, no son fruto ni mucho menos de la casualidad. El presidente de la Asociación de Expertos Inmobiliarios de Canarias, Isidro Martín, ha sido claro y concluyente en numerosas ocasiones en COPE Canarias sobre este asunto: “Mientras no cambie la normativa, y proteja más y mejor a los propietarios, esta situación no va a cambiar, habrá menos vivienda en el mercado, y los precios seguirán subiendo”. Y una de las consecuencias, es lógicamente la ausencia de oferta y el incremento de estas ‘inquiocupaciones’.

María del Cristo es una de esas propietarias de vivienda, que está pagando las consecuencias de esta situación, y nos ha contado en Herrera en COPE Tenerife el calvario que viene sufriendo en los últimos meses. Una historia, la suya, que bautiza como la del “inquiokupa de guante blanco, o finolis”. Porque en este caso, el protagonista no es una persona vulnerable. No, es alguien que “viste con ropa de marca, va a restaurantes caros, y tiene un vehículo de alta gama al alcance de pocos bolsillos, por lo que está claro que es una persona completamente solvente”, lo que en un principio generó la confianza en los propietarios de la vivienda, que creían que sería un inquilino cumplidor con las obligaciones pactadas en el contrato. Hablamos de una vivienda unifamiliar situada en la zona del Portezuelo con una gran terraza, a escasos 10 minutos del centro de La Laguna

"Nos dijo que nos iba a pagar porque la ley le protege"

Tal y como relata María del Cristo, “fijamos un alquiler de 750 euros, y nos pagó el primer mes”, pero a partir de ahí comenzó la estafa. “Nos dijo que no nos iba a pagar más, y que pensaba estar en la vivienda por lo menos un año y que no le molestáramos”, apunta nuestra protagonista, “y reconoció que lo hacía a sabiendas porque que el ordenamiento jurídico le protege y es el tiempo que podría tardar en llegar una resolución judicial”.

Sin ningún escrúpulo, el inquiokupa advirtió a la propietaria de que “iba a instalar unas cámaras de seguridad y una alarma, y que si nos acercábamos, nos grabaría y nos denunciaría a la Guardia Civil por un delito de coacciones”, por lo que Cristo se ve en la surrealista situación de “ni siquiera poder acercarme a una casa que es mía porque no quiero tener problemas con la justicia”. Por si ello fuera poco, el sujeto les dijo que “sé que ustedes son buenas personas, no es nada personal y no quiero hacerles daño, pero esto es lo que hay, porque la ley así lo permite”.

Me dijo,'Sé que ustedes son buenas personas, no es nada personal y no quiero hacerles daño, pero esto es lo que hay, porque la ley así lo permite'”

María del Cristo

Propietaria de una vivienda en El Portezuelo

Resignada, Cristo añadió que “este señor tiene una empresa, y vive a todo tren, porque no paga casa, ni por supuesto la luz y el agua, que tengo que pagarla yo, y todo a mi costa”, así que lo califica como “el típico estafador de guante blanco que se aprovecha de la lentitud de los juzgados, y cuando deje mi casa irá a por otra”. Con todo ello confiesa que “me temo que ese dinero no lo voy a recuperar jamás y tengo que apechugar con un señor que vive gratis a todo lujo a mi costa”.