Diócesis

Viernes Santo en la Catedral: "Murió por nosotros y por nuestra salvación"

El obispo de Tenerife invitó a los fieles a "mirar a Cristo" en la cruz

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La entrega de Cristo llega a su máxima expresión en la cruz alcanzando la vida nueva para la humanidad. Esto es lo que se conmemora en celebración de la Pasión del Señor, cargada de emoción contenida, el Viernes Santo.

El obispo Álvarez presidió la liturgia a mediodía en la Catedral. Ese día no se celebra la eucaristía, sino los cultos propios de esa jornada, los cuales se inician en silencio. El celebrante se postra rostro en tierra, que es un rito propio de este día. A continuación, se proclama la Palabra de Dios. La lectura de la Pasión según San Juan fue cantada por tres personas, una tradición de la Catedral lagunera que a día de hoy pervive.

«Por nosotros y por nuestra salvación» fue el hilo conductor de la homilía del prelado nivariense, que invitó a reflexionar sobre lo que la Pasión y Muerte de Jesús nos enseña también en este momento. En este sentido, subrayó tres aspectos, ya que ante la cruz somos también "culpables, partícipes, y beneficiados".

"Hoy es un día para mirar a Cristo crucificado y reflexionar que hemos contribuido a los padecimientos Cristo con nuestros pecados personales y sociales", señaló. En este sentido, recordó el pasaje del evangelio que afirma que lo que hacemos a los demás, sobre todo a los más vulnerables, a Cristo mismo se lo hacemos. Por eso, el Viernes Santo es un día para pedir perdón a Dios por el mal que hemos hecho, indicó al referirse a la primera perspectiva.

Además, es una jornada para sentirse "partícipes"de su Pasión, ya que también en este tiempo, como padeció Cristo, hay sufrimientos que envuelven la vida. "Ante la experiencia del dolor, el cristiano une sus padecimientos a los de Cristo y los ofrece con Él por la salvación del mundo".

Por último, invitó a experimentarse "beneficiados", es decir, salvados por la Pasión de Cristo. Por eso, la celebración del Viernes Santo, "es también un canto de alabanza y gratitud" a Jesucristo: “Te adoramos ¡oh Cristo! y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo", subrayó.

Otro momento central de la celebración es la adoración de la Cruz. La misma fue portada desde el fondo del templo por el diácono para, posteriormente, comenzar la singular oración universal de esta jornada que, en esta ocasión, incluyó una intención especial por los distintos conflictos y guerras que existen y por las víctimas de las mismas.

Después de la comunión, la liturgia acabó como empezó, en silencio, recordando, además, a los cristianos de Tierra Santa.

Por otro lado, en la tarde del Viernes Santo tuvo lugar la Procesión Magna y, en la noche, la del Silencio, desde la Catedral hasta el templo de Santo Domingo, acompañada por las distintas hermandades y cofradías.

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