Diócesis

Viernes Santo: "Entregó su vida en la Cruz por nosotros"

La Catedral de La Laguna acogió la celebración de la Pasión en medio de un hondo silencio, propio de este día

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Homilía del obispo de Tenerfe el Viernes Santo desde la Catedral de La Laguna

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, presidió los cultos propios de la jornada del Viernes Santo en una Catedral lagunera, como viene siendo habitual en este tiempo de confinamiento, sin fieles y a puerta cerrada.

En este día no se celebra la Eucaristía, sino la Liturgia de la Pasión del Señor. Dicha celebración comenzó con la postración del obispo frente al altar. Este gesto inicial que supone una invitación a la oración, fue este año más singular, si cabe, debido al absoluto silencio que acogió el templo.

El obispo comenzó su homilía nuevamente saludando de forma especial a los enfermos y a las personas mayores. Asimismo, mostró su gratitud a Mírame TV por sumarse a las transmisiones en directo de este Triduo Pascual.

Álvarez destacó que el Viernes Santo es un día para reconocer, celebrar y proclamar que Cristo entregó su vida en la Cruz por nosotros y por nuestra salvación. Al hilo de esta idea, el prelado hizo hincapié en la motivación y destinatarios de la entrega de Jesús. “Fue por nosotros, por nuestros pecados”.

El obispo continuó haciendo referencia a que este año nos hemos visto imposibilitados de contemplar un elemento característico de la Semana Santa como son las procesiones. “El Viernes Santo es un día para hacer memoria y meditar todo lo que Jesús padeció hace dos mil años en las últimas horas de su vida. Esa vivencia acostumbramos a representarla en los hermosos pasos procesionales que estimulan la fe de muchos cristianos. Pero este año no ha podido ser. Nos ha tocado vivir esta Semana Santa como lo hacen millones de cristianos en muchísimos lugares del mundo que no tienen por costumbre las procesiones en este día y, sin embargo, eso no impide que se celebre el Viernes Santo con gran hondura espiritual”.

Las llagas de Cristo continúan abiertas en las llagas de la humanidad

Monseñor Álvarez continuó expresando que en la celebración de este día lo más importante es participar en el significado profundo que la Pasión y Muerte de Cristo tiene para nosotros y para el mundo entero. “No basta recordar que Jesús padeció, murió y fue sepultado, sino que es necesario reconocer y proclamar con fe viva que “Cristo entregó su cuerpo y derramó su sangre por nosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados”.

En otro momento de su homilía, el prelado nivariense señaló que ante la Pasión y Muerte del Señor estamos llamados a sentirnos cómplices-culpables, partícipes y beneficiados. Culpables, “porque también nosotros hemos contribuido a los padecimientos de Cristo con nuestros pecados personales y sociales. Por eso, el Viernes Santo es un día para pedir perdón a Dios por el mal que hemos hecho”.

En este sentido, el obispo hizo referencia a que la Pasión de Cristo continua hoy. “La Pasión de Cristo es la situación que estamos viviendo con esta pandemia del coronavirus. Cristo está sufriendo y muriendo en cada una de las víctimas; está entregando su vida en cada una de las personas que cuidan de los enfermos, está confinado con nosotros en nuestras casas. Nuestro dolor y sufrimiento es su dolor. Las llagas de Cristo continúan abiertas en las llagas de la humanidad".

La segunda idea expuesta por el prelado fue la de sentirnos “partícipes” de su Pasión.  “Nosotros también sufrimos, como padeció Cristo, el desprecio de los demás, los insultos y calumnias, el dolor de la enfermedad y la muerte de un ser querido, y tantos sufrimientos que muchas veces rodean nuestra vida. Ante la experiencia del dolor, el cristiano une sus padecimientos a los de Cristo y los ofrece con Él por la salvación del mundo”.

Finalmente, el obispo expuso la idea de sentirnos “beneficiados”. “Al decir que Cristo murió por nuestros pecados, no sólo afirmamos que fue a causa de nuestros pecados, sino también para liberarnos del mismo. Sus heridas nos han curado. Por eso la celebración del Viernes Santo, es también un canto de alabanza y gratitud a Jesucristo: “Te adoramos, ¡oh, Cristo! y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.

Por último, Álvarez resumió que este día estamos llamados a pedir perdón, dar gracias, participar en la pasión de Cristo, ser para los demás como el Cirineo y la Virgen María y abrir plenamente a Cristo las puertas de nuestro corazón.

Durante la celebración hubo una emotiva adoración de la Cruz y una petición especial por los fallecidos en esta pandemia, por los enfermos, por los mayores y por los que buscan remedio a esta emergencia sanitaria.

Estos cultos de Viernes Santo en la Catedral finalizaron con el silencio que será roto en la Noche Santa del Sábado al Domingo de Resurrección.

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