Cómo una joven de 22 años de Cantabria, descubrió su verdadera vocación ayudando a los demás
Marina, estudiante de quinto de medicina, narra cómo ser voluntaria en Cruz Roja Juventud le cambió la vida y le enseñó el verdadero valor de ayudar
Santander - Publicado el
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Con solo 16 años, Marina sentía una inquietud: quería ayudar a los demás. “Siempre había querido ser voluntaria. En mi mente imaginaba apoyar a niños con sus estudios o acompañar a personas mayores. Sabía que podía aportar algo y al final me animé”, recuerda. Esa primera decisión, tomada casi de manera espontánea, se convertiría en una experiencia transformadora que marcaría su vida personal y profesional.
Hoy, a sus 22 años, Marina es estudiante de quinto de medicina y una pieza clave en Cruz Roja Juventud Santander. Su labor como directora y referente del área de Educación para la Salud no solo la conecta con proyectos que impactan directamente a su comunidad, sino que también le ha permitido descubrir habilidades y fortalezas que nunca imaginó.
“Me ha dado mucho más de lo que esperaba”
Para Marina, el voluntariado ha sido una fuente de aprendizajes y recompensas. “He ganado mucho más de lo que he dado. Trabajar con niños y niñas, ver cómo avanzan, cómo logran cosas que antes no podían... eso me llena completamente”, confiesa.
Recuerda especialmente el caso de algunos pequeños que tenían dificultades académicas: “Niños que no sabían sumar y que, después de meses de trabajo, lo logran. Es un progreso que para ellos cambia su realidad, y saber que contribuiste a eso es algo que no tiene precio”.
Pero el impacto del voluntariado no se queda ahí. Marina señala cómo esta experiencia la ha enriquecido a nivel personal. “Esto me ha ayudado muchísimo en mi carrera e incluso a elegir lo que quería hacer. Me ha enseñado a ser más empática, a conectar con las personas, y eso es clave, sobre todo, en la medicina. Pero, además, he hecho grandes amigos; las relaciones que se crean en este ambiente son especiales”.
Aunque compaginar los estudios de medicina con el voluntariado puede parecer un reto, Marina asegura que es posible gracias a la flexibilidad de Cruz Roja. “Hay semanas en las que dedico menos horas y otras en las que puedo trabajar hasta quince horas. Siempre encuentro la manera de adaptarme, porque para mí es algo que vale la pena”.
Para Marina, no se trata de un sacrificio, sino de una elección que la llena de propósito. “Cuando algo te importa, encuentras el tiempo. Lo que haces no solo tiene impacto en los demás, sino también en ti mismo. Cada proyecto te deja algo que llevas contigo siempre”.
“Todos podemos hacer la diferencia”
Cuando piensa en su recorrido, Marina no tiene dudas: si tuviera que decidir de nuevo, lo haría una y otra vez. “Esto lo sacamos adelante personas normales. No hace falta ser alguien extraordinario para ayudar. Con ganas y un poco de tiempo puedes cambiar mucho, porque hay muchísima gente que necesita apoyo”, reflexiona.
Marina tiene un mensaje claro para quienes están dudando en dar el paso: “Cuando tú mismo necesitas ayuda, entiendes lo importante que es que alguien esté ahí. Si tienes la oportunidad, no lo pienses demasiado. Busca una ONG que encaje con tus valores y anímate. Nadie te obliga, pero cuando lo haces desde el corazón, el impacto que generas y lo que recibes de vuelta son enormes”.