El duro testimonio de dos adictos al juego: "Una moneda nos arruinó la vida"

En Cope te contamos la historia de dos jugadores cuya vida cambió de un día para otro por echar a una máquina tragaperras

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Una moneda nos arruinó la vida: " Nos arrastró a un pozo sin fondo"

Katia Nogueira Pi

Santander - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Julio y María todavía no se pueden creer como el simple gesto de meter una moneda en una máquina tragaperras, con premio incluido, les ha podido cambiar la vida por completo. La vida de ambos dio un giro de 180 grados.

María, trabajaba en hostelería y en cada bar donde iba mínimo había dos máquinas. "Un día eché una moneda y me tocó el premio y de ahí para delante fue caer en vacío", asegura. Por su parte, a Julio no le gustaba el juego, pero "fui a tomar un café y ese día cuando me dieron la vuelta decidí ver lo que pasaba, metí la moneda y me tocó".

Ambos aseguran que intentaron durante mucho tiempo ocultar lo que les sucedía, pero que sus familias se dieron cuenta de que algo no iba bien. "La adicción me arrastró a un pozo sin fondo", asegura María, " debía más de cinco millones de las antiguas pesetas y mi familia me obligó a ir a jugadores anónimos. O iba ahí o se acababa todo".

A Julio le ocurrió algo parecido, "yo trabajaba y estaba casado con dos hijos mayores. Todo comenzó como una tontería y acabé pidiendo anticipos en el trabajo, robando dinero de mi casa para poder jugar. Un día mi mujer me dijo hasta aquí hemos llegado, o haces algo o te vas". Ahí fue cuando Julio se dio cuenta de la cosa iba en serio, buscó en el periódico el número de jugadores anónimos y comenzó a ir a las reuniones.

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El camino no es nada fácil, aseguran ambos, ya que uno no es consciente del problema que tiene. "Yo los veía a todos, allí sentados en las reuniones, contando sus problemas y yo tenía en mi mente que ellos eran mala gente por lo que hacían y que no era mi sitio", afirma Julio. "Unos habían robado para jugar, otros habían mentido... pero es que yo también lo había hecho. Me fui adaptándome poco a poco a la dinámica y los seis primeros meses no jugué a nada".

22 y 14 años, esto es lo que llevan Julio y María respectivamente sin jugar, unas cifras que no les hacen estar tranquilos. "De momento estoy bien, aunque no quiere decir que ahora mismo me vaya a jugar, no estoy curada", explica María. Mientras, Julio mantiene que "el miedo siempre existe y tenemos que tener siempre la preocupación. La posibilidad siempre está ahí y cuanto más tiempo pasa es todo más complicado, por eso, intento no acercarme a nada que me pueda hacer recaer".

Estar en jugadores anónimos les ha servido a los dos para mantenerse firmes y no caer en la tentación, por eso animan a todos aquellos que se encuentren en su misma situación a pedir ayuda. "Que llamen a jugadores anónimos y no lo dejen para mañana. Cuanto antes pidan ayuda es mucho mejor. Solo no se soluciona y lo único que van a hacer es aumentar su deuda día tras día, por eso cuanto antes pongan límite al juego mucho mejor".

El teléfono de jugadores anónimos es el 626-59-44-13.

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