Una tradición de dos siglos: Omoño, en Cantabria, se prepara para su noche más especial de Navidad

En esta localidad de Ribamontán al Monte, los más jóvenes acuden a las calles para dedicar un cántico bicentenario a los vecinos. Una tradición que pocos pueblos conservan

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Escucha el cántico completo que desde hace dos siglos se realiza en Omoño, por Reyes

Alex García

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En la apacible localidad de Omoño, una pequeña joya en el valle del litoral de Cantabria, el 5 de enero no solo marca la víspera de la llegada de los Reyes Magos con sus esperados regalos, sino también la oportunidad de sumergirse en una tradición que ha resistido el paso de los siglos: el Cántico de Reyes. Este ritual, arraigado en el siglo XIX, sigue vivo en este enclave trasmerano, desafiando las transformaciones sociales y culturales a lo largo del tiempo.

La historia de esta entrañable tradición se remonta a una época en la que Omoño experimentaba escasez de recursos, pero rebosaba de juventud ansiosa por celebrar la Navidad. En ese entonces, los jóvenes del pueblo salían a las calles con un propósito claro: cantar un cántico por las casas en busca de aguinaldos. Estos pequeños obsequios eran esenciales para organizar una modesta fiesta navideña y compartir la alegría festiva a pesar de las limitaciones económicas.

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Una tradición de dos siglos: Omoño, en Cantabria, se prepara para su noche más especial de Navidad

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El Cántico de Reyes inicia su recorrido en la icónica iglesia del pueblo, donde los participantes se congregan para dar comienzo a esta especial celebración. Este punto de encuentro no solo marca el inicio del cántico, sino que también se convierte en un espacio para la reflexión y la conexión espiritual. Aquí, en la iglesia, se lleva a cabo una emotiva instancia de rezos en honor a los fallecidos, agregando una dimensión conmemorativa a la tradición y recordándonos que la Navidad no solo es un tiempo de celebración, sino también de reflexión y respeto por aquellos que ya no están con nosotros.

Un recorrido frenético

Desde la iglesia, los jóvenes entonan cánticos que relatan el nacimiento de Jesús y la visita de los Reyes Magos para adorarlo. Estas melodías tradicionales, transmitidas de generación en generación, llevan consigo la esencia misma de la historia navideña. Cada nota es como un capítulo que se despliega, recordando a la comunidad la importancia del significado original de la Navidad.

A medida que el grupo avanza por las calles de este enclave trasmerano, las melodías resuenan en el aire, llevando consigo una mezcla de alegría y solemnidad. Las letras de las canciones, cuidadosamente preservadas a lo largo de los años, relatan la historia sagrada con un toque de autenticidad. Las letras no solo representan la búsqueda de aguinaldos en el pasado, sino que también encapsulan la esencia de la comunidad y el espíritu navideño que ha perdurado a lo largo de los siglos.

La tradición del Cántico de Reyes no se limita a las fronteras de Omoño. Un detalle que distingue esta celebración es la visita a Liermo, el pueblo colindante. Aquí, la magia de la Navidad se extiende más allá de los límites geográficos, ya que los jóvenes de Omoño llevan consigo sus cánticos, compartiendo la alegría festiva con sus vecinos en una muestra de solidaridad y hermandad. Esta conexión entre comunidades vecinas fortalece los lazos sociales y resalta la universalidad de las tradiciones navideñas.

Uno de los pueblos en los que se mantiene

La canción interpretada durante el Cántico de Reyes no solo es un recordatorio de los orígenes de la Navidad, sino también un elemento que une a la comunidad. Las letras detallan el nacimiento de Jesús en un pesebre, el anuncio de los ángeles y la llegada de los sabios magos guiados por la estrella de Belén. Cada verso es como un pincelazo que pinta el cuadro de una historia sagrada que ha perdurado a lo largo de los siglos.

En una época donde las tradiciones a menudo se desvanecen con el tiempo, la resistencia del Cántico de Reyes en Omoño es un testimonio de la fuerza y resiliencia de las comunidades locales. Los jóvenes, año tras año, continúan siendo los guardianes de esta tradición, respetando y llevando adelante el legado cultural que les ha sido confiado.

Que esta noche mágica siga iluminando las calles de este pequeño valle del litoral de Cantabria durante muchos años más, recordándonos la importancia de preservar y celebrar nuestras tradiciones más preciadas, aquellas que nos conectan con la esencia misma de la Navidad.

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