Recinto Ferial: Casi dos siglos y medio nos observan

Cada 7 de septiembre, o como mucho el 8, entramos por su puerta central y con el pie derecho, pero seguro que no pensamos en que detrás de ese gesto con algo de superstición hay mucha historia, la que acumula un edificio diseñado y construido en 1783, ante la necesidad de albergar aquella feria que se celebraba hasta entonces en las afueras de la ciudad, en el paraje de Los Llanos.

No es que el nuevo emplazamiento estuviera como ahora, rodeado de casas y parques, ni mucho menos, pero al menos estaba a ‘tiro de carro’ desde el centro, desde la misma plaza del Altozano.

Fue el arquitecto Josef Sánchez Ximénez el encargado del primer proyecto, aquel que se estrenó el 7 de septiembre de 1783 y que fue construido en 33 días después de la aprobación en sesión plenaria del 4 de agosto, Todo un ejemplo de rapidez constructiva que ya quisiéramos hoy.

La primera parte que se levantó fue la del círculo interior, para ser mejorado un año después, con la aportación del maestro Antonio Cuesta, que mejoró el proyecto añadiendo un segundo anillo y alargando la calle de entrada (el llamado rabo de la sartén).

En cualquier caso, aquel edificio ubicado en las eras de Santa Catalina, parecía para muchos ciudadanos un alarde de excesos por su tamaño ya que la ciudad apenas contaba con 7.200 habitantes y contaba con 60 calles.

Tras aquel estreno, el recinto, que está declarado como Bien de Interés Cultural, ha necesitado de numerosas reformas. Por ejemplo, en el siglo XIX se sustituyó la galería del círculo interior, de los pies derechos que sostenían las cubiertas por columnas de hierro y se contruyó en el centro del círculo central un quiosco, de nuevo sustituido en 1912 por el magnífico templete modernista que conocemos y que fue obra del arquitecto Daniel Rubio.

En el siglo XX, se produjeron más ampliaciones pero el cambio fundamental se produjo en 1974 cuando la antigua puerta -cuya réplica tenemos en los Jardinillos- fue sustituida por una diseñada por Manuel Carrilero, de estilo neoclásico y formada por tres cuerpos independientes unidos por una galería porticada, donde hay abiertos tres vanos de medio punto.

La puerta tiene 36 metros de ancho y 25 de alto siendo rematada en la altura por el escudo de la ciudad esculpido en piedra.

Las dos últimas reformas más llamativas o aparentes tuvieron lugar en el entorno del centenario de la Feria -2010-, construyéndose incluso un aparcamiento subterráneo en el paseo ferial para algo más de 400 vehículos, mientras que gracias al 1,5% Cultural, entre 2017 y 2019 se acometió en dos fases la última reforma que afectó a todo el edificio y que supuso una inversión de 2,3 millones de euros.