Cuando los ciclistas tienen suerte

Antonio pedalea por la CL 601 llegando a Segovia tras haber descendido del puerto de Navacerrada. Su club ha organizado este sábado pasado una salida para disfrutar de su deporte favorito.

En torno a las 13.30 h pedalea junto a uno de sus compañeros cuando un despiste hace que se golpee contra una de las numerosas señales de obra que hay en la carretera y cae al suelo de manera estrepitosa. Su compañero se baja de la bici para auxiliarle, así como varios conductores y un repartidor de pizza que observa la caída.

Antonio tiene suerte. Unos instantes antes, Silvia, una auxiliar de enfermería del Hospital madrileño Puerta de Hierro que va a pasar el fin de semana  a un pueblecito de Segovia, le ha adelantado hace unos segundos y por pura casualidad observa en su espejo retrovisor la caída de Antonio.

Hace un cambio de sentido y se dirige al lugar de la caída. Apenas tarda un minuto en llegar. Antonio está tendido sobre el ardiente asfalto con la cara ensangrentada

Silvia saca del maletero el botiquín que siempre la acompaña totalmente equipado para tratar situaciones de emergencia.

Antonio tiene Suerte.

Aparte de Silvia también se detienen una enfermera que circula por la zona y un guardia civil fuera de servicio.

Las dos chicas atienden Antonio desde el minuto uno bajo la mirada de los ciclistas del club que han llegado al punto del accidente y agradecen la buena suerte de su compañero.

Tendido en el suelo, conmocionado, y con una buena brecha en la cabeza -aunque afortunadamente sin gravedad- Antonio pregunta repetitivamente qué ha ocurrido.

Policía Local y Guardia Civil de Tráfico aparecen a los pocos minutos, pero la ambulancia tarda casi 30 minutos en asistir. 30 minutos en los que la auxiliar y la enfermera, mano a mano, han realizado todas las curas necesarias, le han cuidado controlando su estado, e  incluso le han tomado el nivel de glucosa.

Datos que comunican a los técnicos sanitarios de la ambulancia mientras les ayudan a subir a Antonio a la camilla.

Antonio tiene Suerte, porque 30 minutos tumbado en asfalto, con más 30 grados de temperatura con una brecha en la cabeza se hubieran hecho eternos para él y sus compañeros del Club Ciclista Campillo. Y para redondearlo todo,  el Guardia Civil fuera de servicio lleva a su mujer (que va en un autobús junto con familiares de los ciclistas para disfrutar del día) al Hospital de Segovia.

Tras pasar unas horas en observación recibe el alta.

Afortunadamente, en ocasiones, los ciclistas tienen Suerte.