rubén antón: "hemos visto a nuestros padres y abuelos participar en la fiesta y ahora es una ilusión muy grande representarla para todo el pueblo; no se puede perder"
Botarga del Santo Niño Perdido: más de 300 años de lucha entre el bien y el mal en Valdenuño Fernández
La danza del paloteo y la guerra de las naranjas son dos momentos destacados de esta Fiesta de Interés Turístico Regional que se celebra el primer domingo después de Reyes
Guadalajara - Publicado el
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Este domingo 12 de enero, el primero después de Reyes, un pueblo de la Campiña Baja de Guadalajara quedará ensordecido por el sonido de palos de madera entrechocando al ritmo de un tambor con los que un grupo de jóvenes del municipio marcan los pasos de una danza secular. Son, junto con una botarga maligna multicolor y un tamborilero, los personajes esenciales de la Fiesta de la Botarga del Santo Niño Perdido de Valdenuño Fernández.
Una cita de Interés Turístico Provincial y Regional, cuyo origen se desdibuja en el tiempo, aunque se le calculan más de 300 años.
Así lo ha confirmado en COPE Guadalajara uno de sus ocho danzantes, Rubén Antón, apuntando que "hay libros de cuentas que figuran de 1721, pero posiblemente se celebrase anteriormente a esa fecha. Tiene un origen pagano, pero a lo largo del tiempo la Iglesia la incorporó con una celebración cristiana".
De los seis integrantes de aquellas primeras manifestaciones, de los cuales cuatro eran danzantes, se ha llegado a la decena actual, compuesta por una botarga, ocho danzantes y un tamborilero.
La Botarga del Santo Niño Perdido es, sin duda, la gran protagonista de esta fiesta campiñera de comienzo de año.
Ataviada con "un pantalón y una chaqueta a base de retales de tela de colores muy vistosos, albarcas en los pies, correas con campanillas en la cintura, un gorro de diferentes colores, una careta y una máscara", esta figura ancestral porta "un palo largo a modo de garrote y unas grandes castañuelas de color rojo, con las que golpea amistosamente en el hombro a los vecinos y a los visitantes".
Y es que, "el botarga representa el mal", nos ha advertido Rubén, explicando que, entre sus perversas acciones, están las de "ir a por los niños; cuando estamos en misa importunar a quienes acuden con devoción a besar el portapaz; en la misa, lanzar y tirar al suelo las monedas que recogemos en la colecta", así como "ir a por las chicas y tirarles el zumo de naranja en la guerra de las naranjas".
Afortunadamente para vecinos y visitantes a esta cita, los danzantes valdenuñeros ejercen la fuerza del bien y luchan contra la botarga con sus armas folklóricas más efectivas.
Vestidos, al igual que el tamborilero, "con un pantalón de pana y un chaleco negro; una camisa y medias blancas; faja roja y alpargatas de esparto con cintas largas atadas a las piernas", estos ocho jóvenes del pueblo de entre 16 y 26 años esgrimen "unos palos largos de madera de espino pintados de rojo".
Con ellos, realizan una llamativa percusión que marca los movimientos de su danza del paloteo, de la que ofrecen "una pequeña muestra en las casas del pueblo durante el recorrido", para después, ya en la Iglesia, "al final de la Eucaristía", desarrollarla de forma "más completa delante de todo el pueblo, chocando los palos al son del tambor".
"Somos dos grupos de cuatro que paloteamos entre nosotros arriba en el altar y luego nos juntamos los ocho", explica el joven danzante, destacando que para ejecutar esta danza hay que estar "bien entrenado" para poder mantener el paloteo incesante a lo largo de los "diez o doce minutos que dura".
Sin embargo, lo que tienen claro estos mozos campiñeros es que unos cuantos minutos no son nada en comparación a los más de tres siglos de historia que suma la fiesta que han heredado.
"Nosotros hemos visto a nuestros padres y a nuestros abuelos participar en la fiesta y, ahora que nos hemos hecho mayores y nos han ofrecido la posibilidad de participar, es una ilusión muy grande poder representar esta fiesta para todo el pueblo", ha confesado emocionado Rubén Antón, subrayando que "no se puede perder" esta tradición que se ha ido pasando "de generación en generación" con "mucho esfuerzo y mucho sacrificio".
La fiesta de Valdenuño Fernández comenzará a las 08:00 horas del domingo, con la ronda de botarga y danzantes por las casas del pueblo "en busca del Santo Niño Perdido", en la que se aprovecha para "felicitar el año a los vecinos" y recibir "unas limosnas, unos dulces y unos licores, a cambio de la danza del paloteo", ha adelantado Rubén Antón, añadiendo que a las 13:30 horas, se celebra la misa, seguida de la danza del paloteo y de la procesión "con la imagen del Santo Niño Perdido".
A continuación, llega uno de los momentos de mayor algarabía y participación popular, la guerra de las naranjas, "en la que los danzantes y los niños lanzamos las naranjas contra el botarga".
El colofón de la cita festiva será una rifa "de una anguila de mazapán, un cordero, un jamón y un surtido de ibéricos".