La preciosa despedida a Natalia de su tío, el sacerdote Raúl Muelas

"Tenía un corazón de oro que hoy late en el pecho de otra persona"

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Blanca Bermejo

Toledo - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Talavera y Gamonal siguen consternados por el fallecimiento de la joven Natalia Muelas, de 24 años, ocurrida hace solo unos días de manera repentina. Hija del director de la Soldadesca de Gamonal, Miguel Muelas, y sobrina de José Luis Muelas, exconcejal de cultura y festejos de Talavera y exalcalde gamonino, y de Raúl Muelas, Provicario General de la Archidiócesis de Toledo, Natalia no solo contaba con el cariño de su familia y sus muchos amigos sino que además era muy querida por su pertenencia a la Cofradía de Regantes y a la Soldadesca de Gamonal. Se le recordará por su permanente sonrisa y su alegría.

Reproducimos a continuación la carta que le ha dedicado su tío Raúl, en la que con un "hasta pronto" desvela que Natalia ha donado todos sus órganos para salvar la vida de otros como asegura su tío en esta frase "tenía un corazón de oro que hoy late en el pecho de otra persona".

Nuestro abrazo a toda la familia.

Descansa en Paz, Natalia.

La joven que quería ser más alta, por Raúl Muelas

"Recuerdo muy bien las circunstancias que rodearon a la realización de esta fotografía… Celebrábamos la Primera Comunión de Irene. Estábamos vestidos todos con nuestras mejores galas. Y después del almuerzo, aprovechamos el ámbito natural que rodeaba al restaurante, para hacernos unas instantáneas con mi cámara fotográfica. Natalia se hizo fotos con todos. La encantaba desplegar su sonrisa, mientras posaba, ante el objetivo de mi canon 500D.

A Natalia le gustaban las fotos… En eso se diferencia mucho de su hermano y de sus primos… A ellos les cuesta ponerse delante de la cámara…, pero no les quedaba más remedio que posar cuando Natalia empezaba a pedir recuerdos del momento. Así ocurría en las reuniones familiares o en las fiestas del pueblo cuando se ponía su traje típico de gamonina…

A Natalia le encantaba tener fotos con todos…, y lo hacía no porque le gustara presumir de su innegable belleza, sino porque quería perpetuar los momentos de felicidad familiar. Tenía muy arraigado el sentido de “familia”… Amaba mucho a los suyos. Y no sólo a los familiares del primer círculo (padres y hermano), sino a los del segundo (abuelos, tíos, primos). También a los del tercer círculo y a los parientes de estos… A veces venia diciendo que había estado con una prima suya muy simpática, pero que en realidad era cuñada de una prima segunda… Nos reíamos mucho con estas cosas de Natalia, pero a todos nos encantaba que fuera tan familiar.

Vuelvo a la foto que quiero comentar en este escrito. La cámara estaba en manos de mi hermano que dijo que nos iba a hacer un retrato de primer plano a Natalia y a mí… Y ahí empezó la “lucha” que nos hizo reírnos hasta las lágrimas ante la impaciencia del fotógrafo. Ella quería salir tan alta como yo. Y usó todas las “artimañas” que tenía a mano para intentar hacerlo. Primero se puso de puntillas y segundo, puso sus manos en mi hombro izquierdo y empezó a hacer fuerza para abajo… Yo me dejé hacer y ella trataba de disimular su risa sin descomponer la cara… Por eso en esta foto sale con una expresión tan simpática. La cámara la quería…, y daba igual cómo se pusiera que siempre salía sonriendo.

Cuando esto sucedió, Natalia iba a cumplir 17 años. Y 7 años después, aquella niña que quería ser más alta que su tío cura y no lo lograba, me ha dejado muy pequeñito. En realidad siempre ha sido más grande que yo. No en altura física, pero sí en todo lo demás! Tenía un corazón de oro que hoy late en el pecho de otra persona. Sabía sufrir y sabía disfrutar. No albergaba rencores en su corazón y era siempre educada. Era muy mariana (rociera, de la Virgen de la Paz, de la Virgen del Prado, mayordoma de las Candelas…). Quizá amaba tanto a la Virgen porque se sabía especialmente protegida por ella desde el milagro que se obró cuando Natalia tenía apenas un año. No me resisto a contároslo.

Cuando Natalia tenia un año, y después de pasar dos meses luchando contra una meningitis que la dejó hemipléjica y sin poder oír…, su mamá, en brazos, le daba paseos por el patio del hospital Niño Jesús. Le acababan de poner unos audífonos provisionales para estimular sus restos auditivos… Ella no quería esos aparatos ni bien ni mal. Y a cada momento, se los quitaba. Su madre no paraba de sujetarle la mano buena y de volvérselos a poner una y otra vez… En los jardines del patio del Hospital había una imagen de la Virgen de Lourdes, con su gruta. Y allí la llevaba su madre y, con la angustia de la incertidumbre, rezaba siempre alguna oración. Un día que yo les acompañaba en estos menesteres, llegamos a la imagen de la Virgen…, y la pequeña Natalia, en un acto rápido y sin que nos diéramos cuenta de su acción, se quitó el audífono y extendió su brazo para entregárselo a la Virgen de Lourdes. Yo, en ese momento, tuve la seguridad de que esta niña sanaría! Tiempo después, Natalia recuperó la movilidad de su cuerpo al 100% y gracias a los implantes cocleares, pudo oír y hacer sus estudios como una niña oyente! La Virgen de Lourdes obró un milagro con ella.

Natalia siempre ha tenido “altura” de gigante… Y ahora que ha sido llamada a la eternidad, esperamos que el Señor, por su Misericordia, le haya puesto en lo más alto. Allí donde humanamente nadie podemos llegar. Si ya estás allí, querida Natalia, tira de nosotros hacia arriba. Que no nos empequeñezcamos nunca con las miserias humanas. Enséñanos a mirar hacia lo alto y a ponernos de puntillas para soñar tocar el cielo. Pídele a Dios que todos los que hemos tenido la dicha de conocerte y de tratarte nos espiritualicemos de tal manera que obremos siempre buscando el querer de Dios. Y espéranos en el cielo. Que el tiempo pasa veloz y pronto estaremos contigo.

Querida Natalia. Tengo para ti dos noticias, una buena y otra mala. Cuál quieres conocer primero? Venga…, empezaré por la mala para dejarte luego el mejor sabor de boca: en el cielo creo que no hay fotos. Lo siento! Pero…, la buena es muy buena… Ahí va: todas las tardes, cuando el sol se ponga podrás vestirte de “manola” para acompañar a la Virgen de la Paz (en el cielo sale todos los días). O podrás ponerte el refajo a diario para llevar tu ofrenda a la Virgen del Prado. O ponerte tu mantilla blanca para honrar a la Candelaria, de la que fuiste fiel escudera durante tu año de mayordoma. Allí puedes ir todos los días a la Aldea a rezar a la Virgen del Rocío… La Virgen, siempre María, estará a tu lado.

En la Gloria, la Reina del Cielo ha acogido la ofrenda de tu vida como un día acogió tu audífono en los patios del Hospital Niño Jesús. Y ha obrado un milagro mucho mayor del que nosotros le pedíamos: hacerte eternamente feliz. Por eso te ha dejado una última semana después de que tu corazón se paró una mañana de martes santo. Para que te preparases tú con los auxilios de la Iglesia y para que nos preparásemos nosotros a no tenerte a nuestro lado como siempre. Gracias, Natalia, por enseñarnos a querer subir a la altura respetando los tiempos de Dios".

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