Alex Sancris hace vibrar El Plantío con un gol para el Burgos CF en la última jugada del partido ante el Zaragoza

Cuando todo parece decidido, es la fe la que cambia el destino. En el fútbol, los minutos finales a menudo son un espacio ideal para los soñadores, los valientes que se niegan a aceptar el empate como resultado definitivo. En la tarde de este domingo, el Burgos CF encarnó esa máxima. Frente a un Real Zaragoza imbatido, los burgaleses demostraron que en el deporte rey, la victoria no pertenece a los que dominan, sino a los que persisten.

Con el aliento de su afición latiendo en las gradas, el Burgos CF salió al césped decidido a desafiar al líder de LaLiga Hypermotion. Los primeros minutos fueron un asedio constante, una declaración de intenciones por parte de los locales. Sin embargo, el conjunto maño, dirigido por Víctor Fernández, no tardó en encontrar su ritmo, y las defensas de ambos equipos se consolidaron como murallas infranqueables.

La primera gran oportunidad la tuvo Álex Sancris, el héroe inesperado de la tarde. Una brillante jugada combinativa lo dejó solo ante el arco, pero su disparo careció de la precisión necesaria para abrir el marcador. Fue el Zaragoza quien se mostró más incisivo en la primera mitad, obligando al guardameta Ander Cantero a lucirse en varias ocasiones, sobre todo en una clara llegada de Liso que estuvo a punto de quebrar la resistencia burgalesa.

Cuando parecía que el Zaragoza se llevaba el control del partido, un giro inesperado: penalti a favor del Burgos en el ocaso de la primera parte. Edu Espiau fue derribado en el área, y la oportunidad de oro se presentó para los locales. Pero el drama no había hecho más que comenzar. Poussin, el portero francés del Zaragoza, se convirtió en el protagonista de la jugada al detener no solo el primer disparo de Curro, sino también el segundo, tras la repetición ordenada por el árbitro. El empate sin goles permanecía inalterable, y el destino de ambos equipos seguía en vilo.

Tras el descanso, el Burgos CF volvió al terreno de juego con un ímpetu renovado, pero el Zaragoza supo frenar ese entusiasmo inicial y adueñarse del balón. En el minuto 60, Moya hizo temblar el larguero con un potente disparo que pudo haber cambiado el curso del partido. Sin embargo, el destino tenía otros planes.

Y cuando el cronómetro marcaba el minuto 93, con los corazones en las gargantas y las esperanzas tambaleándose, apareció una vez más Álex Sancris. En una jugada que combinó paciencia y magia, recortó dentro del área y lanzó un disparo certero que dejó sin reacción al guardameta zaragozano. El gol desató la locura en El Plantío, sellando una victoria épica y aupando al Burgos CF como el equipo capaz de tumbar al invicto líder.

El Zaragoza, que hasta entonces no conocía la derrota, tuvo que abandonar el liderato de la categoría, cayendo ante un Burgos que supo sufrir, aguantar y, sobre todo, creer. Porque en el fútbol, como en la vida, a veces la victoria solo llega para aquellos que nunca dejan de intentarlo.