COMO EN CASA

Las expectativas iniciales del Festival Internacional de Folclore se han superado, a falta de la siempre emotiva jornada de clausura.

La noche de ayer fue la exhibición de dos modelos antagónicos que engrandece el arte del folclore.

En la Plaza de San Juan estamos en casa… y como en casa… y si no que se lo digan a la numerosa colonia georgiana en Burgos que vibraron apasionadamente con cada paso, con cada salto, con cada baile del grupo de los suyos. Su intervención de ayer levantó al público de sus asientos ante la demostración de poderío físico y artístico de sus componentes.

Vamos camino de ponerle un broche de oro a esta edición del Festival, del que ya destacamos en su momento, su equilibrio y el acierto en la ponderación y estratégica ordenación de las actuaciones de los distintos grupos.

Anoche se notaba la ilusión en los rostros de algunos de los responsables de este tinglado extraordinario que va camino, con permiso de la autoridad a la que ruego tomen nota los actuales munícipes para que las buenas palabras habituales se tornen en consolidación y estabilidad de este acontecimiento.

Es inevitable este apunte reivindicativo, como lo es el que se tramita para la jota como patrimonio inmaterial de la humanidad en el seno de la Unesco. Ya ha quedado claro, escrito y pregonado anoche por la Presidenta del Comité de Folklore y presentadora del Festival, Regina Peñacoba, que la jota es el baile nacional de España. Y la presencia del grupo “Villa de Madrid” lo subrayó con una soberbia interpretación, con un estilo de una elegancia propia de su escuela, pero dejando claro que las razones administrativas nada tienen que ver, en este caso, con la historia de nuestros territorios y que sitúan a la comunidad hermana en un abrazo geográfico entre las dos castillas.

Extraordinario espectáculo el que disfrutamos anoche.

No quiero dejar de anotar el detalle de los georgianos con Ucrania, un territorio azotado por la barbarie al que dedicaron un baile sencillo pero emotivo en el final del espectáculo. Lo dicho, además de vivir la historia y la realidad de nuestros visitantes, el Festival, a través del Folklore nos permite hacer un hueco solidario para pedir la paz, como ellos saben.

De lo que sí estoy seguro es que anoche, no solo los componentes de Georgia arropados por su comunidad en Burgos, sino todos, nos sentimos como en casa.