GOYA EN BURGOS

Las bambalinas del escenario del Festival Internacional de Folclore, son una cátedra de cómo organizar un evento de estas características, y un balcón donde asomarse y observar la sencillez de las gentes del folclore que se afanan a diario en alcanzar su objetivo: servir a los protagonistas del escenario, desde un anonimato generoso. Su propio nombre los define: VOLUNTARIOS,

Se mueven con ritmo pausado pero con efectividad, se ocupan y preocupan de atender todos los aspectos de la logística. Se dedican, en definitiva a hacer grande este Festival contribuyendo con su esfuerzo al acierto de sus gestores. Merece la pena detenerse, siquiera en unas líneas, a reconocer a los hombres y mujeres que hacen gala de su amor al folclore con sus fatigas de todos los días.

No tengo mejor preámbulo para dar paso a la noticia de la llegada a la Plaza de San Juan del mismísimo Goya. Nos lo trajo el grupo de Madrid, un exquisito compendio de elegancia, arte y tablas.

“De Madrid, al cielo”, reza el adagio popular, pues habrá que convenir que “de Burgos, al museo del Prado”… aunque en realidad el Museo se alzó sobre el escenario donde los castizos asombraron sacando de los lienzos con las estampas más costumbristas y más madrileñas del pintor aragonés universal. Lo hicieron cerrando una presencia con sello propio. Este Madrid con marcadas señas de identidad de las dos Castillas que la envuelven en la historia y en la geografía, dos disciplinas que nos permiten, además de escuchar músicas y disfrutar bailes, viajar por un mundo donde la diversidad sigue siendo una de las mayores riquezas y un aval formidable para desplegar la tolerancia entre los pueblo.

Sigamos viajando.

Por cierto… Gracias, Voluntarios…