El lobo que acabó con el ganadero

No es ningún cuento. Si la administración no pone coto al lobo, éste acabará con la cabaña ganadera salmantina y la poca actividad que queda en los pueblos.

El salmantino Isidro Borrego es escritor, naturalista, cazador y probablemente una de las personas que más sepa de lobos en España, e incluso a nivel mundial.

El experto explica en declaraciones a COPE Salamanca que desde el Neolítico el cánido acompaña al hombre y desarrolla un comportamiento depredador, que sólo obedece a su naturaleza salvaje; mata instintivamente.

Es un animal oportunista que, al estar posicionado arriba en la cadena trófica, mata el máximo de animales posible para volver al día siguiente, con el fin de alimentarse de los restos que hayan quedado de su presa.

Además de cerdos, corderos y ovejas, en Salamanca está matando mucho ganado bravo. Porque las vacas bravas no protegen a sus crías, sino que huyen cuando son atacadas. El lobo mata indiscriminadamente a los terneros y a la vaca, a la que ataca mordiendo sus patas hasta abatirla.

"Es incompatible el lobo con la ganadería extensiva"

Asegura que el lobo ha aumentado su población un 25% en los últimos tres años, al tiempo que en la provincia de Salamanca ha duplicado sus predaciones en el primer semestre de 2024, con respecto a todo el año 2023. En Castilla y León ha matado ese año más de 5.500 animales.

Lo cierto es que el lobo ibérico está incluido entre los animales ultraprotegidos dentro del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial (LESPRE), redactado por el Gobierno de España. Sin embargo la Unión Europea ha reducido su estatus de protección, gracias al Convenio de Berna. Esto significa que en otros países si se podrá cazar lobos a partir del 21 de marzo.

¿Quién protege al ganadero?

El experto explica que la sobreprotección del lobo, deja indefensos a los ganaderos y a todas las personas que viven en el medio rural. Todos los partidos políticos hablan de defender la vida en los pueblos y de revertir el éxodo rural, pero no se toman medidas de protección a la actividad agroganadera que es el único modo de fijar población en ellos, asegura Borrego. 

Peor aún, los ganaderos que sufren los ataques del lobo, ven morir sus ovejas y becerros sin poder cobrar sus indemnizaciones. Porque las aves carroñeras depredan los restos de las piezas dejadas por el lobo y no pueden certificar la pérdida de dicho animal. Debería haber una política común en todo el territorio español que proteja e indemnice a los afectados. 

Insiste en que el hombre debería ejercer el control poblacional sobre el cánido, porque siguen creciendo las manadas de lobos que descienden desde el norte de la Península Ibérica, hacia el sur y ya hay ejemplares en zonas como Valencia.

Promover la caza:

Los cazadores podrían revertir los estragos que causa el cánido en la ganadería extensiva, pero también entre otros animales a los que también ataca como el corzo, el venado o el jabalí.

Solo así se podría prevenir que siga creciendo el censo de este animal que ataca también en las zonas urbanas y periurbanas buscando perros y gatos a los que atacar y un día tendremos un disgusto, lamenta. Porque el lobo, como decía Felix Rodríguez de la Fuente, "Debería estar circunscrito a aquellos espacios en los que no interfiera la actividad del hombre", matiza el experto.