Jesucristo también está en la prisión
La presencia del Señor es liberadora y rehabilita humana y espiritualmente
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La Iglesia, a lo largo de su historia, ha estado presente en el ámbito penitenciario. También hoy. También en Segovia. Jesús Cano, el responsable de Pastoral Penitenciaria de la diócesis, nos da cuenta de la actualidad de esta labor íntima y oculta y de las dificultades que ésta ha tenido durante el tiempo de pandemia.
Durante el confinamiento, la asistencia a los internos de realizarse desde el exterior de la prisión, con contactos telefónicos, incluso con correspondencia postal, tanto con ellos como con sus familias. También se ha procurado ayuda económica cuando ha sido necesario. Tras la apertura, pudieron comenzar las celebraciones dominicales con las restricciones impuestas por el centro penitenciario para evitar los contagios. Jesús Cano agradece el esfuerzo del equipo de voluntarios que también se han podido ir reincorporando de manera gradual a sus quehaceres.
La presencia del Señor dentro de la cárcel es liberadora. Es capaz, además, de rehabilitar humana y espiritualmente. La mayoría de los internos en el centro de Segovia son creyentes y piden y agradecen la presencia de la Iglesia en medio de ellos. «El interno encuentra sentido a la vida aunque esté dentro de la prisión» asegura el entrevistado.
Por último, éste explica en El Espejo el reciente convenio firmado por el obispado de Segovia e Instituciones Penitenciarias para la reinserción social de algunos reclusos cuya pena consiste en realizar trabajos en bien de la comunidad. La reinserción es un tema por resolver y la Iglesia, como agente social relevante que es, debe también implicarse en ello.
Para todas estas tareas asistenciales y para otras muchas de carácter pastoral, la Iglesia necesita financiarse. Son muchas las necesidades materiales y espirituales que hay que atender. A pocos días de cerrarse la campaña de la renta, el ecónomo diocesano, Rafael de Arcos, revisa para los oyentes del programa el mecanismo articulado desde hace años para ello, popularmente conocido como «la X de la Iglesia». El contribuyente, si así lo desea, destina el 0,7% de la cuota íntegra de su declaración para estos fines, lo que no supone pagar de más ni recibir de menos por parte de Hacienda.
Otra vía de colaboración económica que se ha tenido muy buena acogida en la pandemia es el portal «Dono a mi Iglesia», habilitado en la página web de la Conferencia Episcopal Española y donde están todas las parroquias de España a las que se puede enviar un donativo telemáticamente y de forma sencilla desde el ordenador de casa, donativo que, por supuesto, tiene la desgravación prevista por la ley en el ejercicio fiscal correspondiente (un 80% para los primeros 150 euros).
En la sección de El Laico ante el Espejo, David pisa terreno político esta vez y compara el perdón y la reconciliación cristiana que no nos cansamos de admirar en la parábola del hijo pródigo con el indulto escenificado de los condenados por sedición en el conflicto catalán. No sabemos si estas componendas políticas son necesarias o no y si sus resultados serán buenos para la sociedad o no, nos dice. Lo que es claro es que el perdón negociado e interesado no es perdón, ni reconciliación ni encuentro: es otra cosa. Quedémonos con la parábola del Evangelio. El perdón es una experiencia íntima cuando se recibe y cuando se otorga. Es también una experiencia espiritual de liberación y crecimiento personal. Acerquémonos al sacramento no como los políticos, obligados a mantener las formas, sino por convencimiento propio buscando la misericordia del Padre sabiéndonos necesitados de conversión junto a Él.